capitulo doce

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Solo veía oscuridad...

Sentía frío...

Sentía miedo...

Y también sentía la sangre tibia que reposaba en mi ropa, manos y todo mi cuerpo...

Corría y corría como desquiciada, pero no paraba de perseguirme, cada vez sentía que estaba más cerca de mi.

¿Que hago?

¿A dónde voy?

Me detuve en el tronco de un árbol para descansar, mi pecho subía y bajaba por el cansancio. La oscuridad no me dejaba ver con claridad, solo la tenue luz de la luna alumbraba la plena negrura del ¿bosque?

Aún escuchaba su voz, su maldita e irritante risa burlona que no me dejaba en paz.

Una caliente lágrima de rabia se deslizó desde mi ojo, rodó por mi mejilla hasta llegar a mi mentón. Un punzante dolor de cabeza no me dejaba pensar bien.

Ya no escuchaba su voz...sus pasos.

¿A dónde se fue?

Forcé la vista en un intento de ver en donde estaba.

Un momento de silencio invadió el lugar, causando estragos en mi estómago. Miré con detenimiento el lugar donde creía había una silueta negra a pocos metros de mi.

¿Era...?

Sentí un aliento caliente rozar mi nuca, me giré poco a poco encontrándome con sus ojos ahora negros, su piel blanca como papel manchada del rojo carmesí aún fresco, su larga cabellera alborotada y una sonrisa espeluznante que me perturbaba cada día de mi existencia. Apareció tras de mi observándome con los ojos bien abiertos acompañada de una sonrisa de oreja a oreja.

«Nunca te librarás de mi, hermanita»

¡No!

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Dos días después.

Lina.

Una fuerte resaca invadió mi cabeza. No quería hablar, ni pensar, porque sentía que en cualquier momento la cabeza me estallaría.

Bajé las escaleras de la casa, masajeando mis sienes.
Mi mal humor había despertado con todas las ganas del mundo y si alguien se atrevía a hablarme era capaz de reventarle la cabeza a golpes. Así de frustrada estaba.

No encontraba razón para mí malestar ¿Se debía al hambre? Podría ser, pero ya comer era algo que no veía como prioridad.

Últimamente todo me enojaba, hasta el punto de ni querer hablarle a Scarlett. Desde la visita del impertinente del detective no dormía, no comía, y a penas y me importaba bañarme, me estaba hundiendo en la miseria yo sola. Y no quería que me sacaran.

Hace mucho tiempo deje de ir al trabajo y sabía perfectamente que por ahí, ya nadie me quería. Al igual que yo Scarlett dejó de asistir a clase, me causó bastante pena porque la chica estudiaba con mucho esfuerzo, pero como decía ella; en estos momentos ya nada valía la pena.

Mi pobre teléfono había pagado las consecuencias de mis molestias, que en un ataque de irá lo tiré contra la pared haciéndolo añicos, y de esa manera perdí comunicación con Drake.

Sobre el pelinegro tampoco sabía nada, era como si se lo hubiese tragado la tierra, al parecer la promesa que hizo de cuidarme se la pasó por el culo ignorándola, supongo que lidiar conmigo no fue fácil y desistió.

Nada es lo que parece Donde viven las historias. Descúbrelo ahora