capitulo veinticinco

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Nota: el siguiente capitulo contiene escenas +18. Si quieres saltarte esta parte puedes bajar hasta encontrar estos signos (•••••).
Disfruta la lectura ;⁠)




Drake siguió repartiendo besos por mi cuerpo de una manera delicada, lo cual me confundía porque lo que conocía de él era lo salvaje que podía llegar a ser en cuanto a esto.
Sin embargo no rechisté y lo dejé hacer lo suyo, como en un principio había planeado.

A este punto de la situación ya estaba completamente desnuda mientras que Drake se encontraba solo con su jean desabrochado. No mentiría que a estas alturas no estaba nerviosa, porque sí. Sentía mi corazón latir acelerado, sentía el miedo correr por todo mi ser preguntándome ¿de verdad eso estaba a punto de pasar? ¿de verdad lo haría precisamente con él?

Podía echarme para atrás. Podía evitarlo. Pero ya estaba sucediendo, y una gran parte de mi quería hacerlo, de verdad. Pero estaba de por medio mi conciencia y mi dignidad. Estaba a punto de dejar que otro hombre me utilizara y luego me desechara, tenía ese presentimiento. Sabía que lo haría.

Sentí el aliento del chico por mi abdomen, los vellos de mi piel se erizaron al sentirlo tan cerca de mi zona, y sin pensarlo, la vergüenza se apoderó completamente de mí.

Tragué saliva al verlo rebuscar en la cómoda al lado de la cama y sacar el pequeño paquete plateado.

Dios mío, iba a pasar.

Sentí la lengua de Drake acariciar mi pezón izquierdo y con su otra mano amasar mi otro pecho, y no pude evitar gemir ante el contacto de su boca con mi piel sensible. Mi manos fueron directo a su sedoso cabello en busca de más atención, y fue ahí cuando volvió a mi boca para besarme con furor. Mi parte baja ya estaba más que húmeda, lista para recibirlo.

Mis piernas se enredaron en sus caderas para acercarlo más a mí.

—¿Quieres que me detenga?— preguntó aún cerca de mi boca entre jadeos.

Emití un sonido con mi garganta en negación, porque claramente no podía mediar palabra por la excitación. Bajó por mi cuello succionando y pellizcando mi piel con los dientes, lo que me generaba dolor y placer al mismo tiempo. E inesperadamente sentí su penetración sin previo aviso, haciéndome soltar un gran gemido que deseé no se escuchara fuera de la habitación.

Las estocadas eran fuertes, rápidas y concisas que hacían que me  mordiera el labio inferior para no gritar. Drake tomó mis muñecas y las presionó contra la cama por encima de mi cabeza. Gruñía y jadeaba desesperadamente haciéndome saber que le gustaba, al igual que a mí.

—Joder Lina, se siente tan bien.— dijo jadeante.

—No pares, por favor.

Supliqué rodando los ojos del placer.

El calor que nos acompañaba era arrasador, sentía el sudor correr por mi frente y por mi espalda. Lo empujé haciendo que cambiara de posición. Trepé encima de él y no pude evitar su mirada, la cual estaba nublada por el deseo. A horcajadas y con nuestras miradas fijas, metió uno de mis pechos en su boca sin romper el contacto visual, eché mi cabeza hacia atrás sintiendo todas y cada una de las sensaciones que eso provocaba en mi.

—Entra en mi, ya.— exigió con firmeza y yo no hice más que obedecer.

De una sola estocada lo tuve dentro de mi sin rodeos, ambos gemimos y jadeamos envueltos en la lujuria que estábamos sintiendo en ese momento.

Agarró la carne de mis glúteos y las apretó sin temor enloqueciendo mi cordura en el acto. Me tomé un par de segundos para observarlo y, Dios, se veía hermoso; su cabello estaba desordenado por mis constantes agarres, sonrojado con los labios entreabiertos para respirar, los cuales también estaban  hinchados y rosados.

Nada es lo que parece Donde viven las historias. Descúbrelo ahora