capitulo veintiuno

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—¿Puedo pasar?— pregunté asomando mi cabeza por el umbral.

Drake me miró por sobre su hombro y asintió levemente.

Entré a la habitación con un poco de nerviosismo porque, a ver, que estaba en la habitación de mi hermano, el cual me había dejado claro que para él era una intrusa a su vida.

Claro que aquello me incomodó, pero era obvio que no dejaría que se diera cuenta.

—Oye Drake, quisiera hablar contigo.— por fin se dió la vuelta, mirándome de arriba a abajo, y con una simple mirada me invitó a qué continuara—He estado pensando mucho las cosas y, me he dado cuenta que no estamos actuando como los adultos que somos. Admito que últimamente me he comportado como una cría de cinco años pero, no lo sé, no sé ni porque lo hago.

Tomé una pausa, mirándolo, tratando de encontrar algún tipo de burla en su cara, pero estaba serio, escuchándome atentamente.

—La cosa es Drake que, deberíamos empezar de nuevo. Tratarnos como la familia que somos, llevarnos bien y todo eso. No pido que seamos los mejores hermanos del mundo, pero sí que hagamos el intento.

Y de serio, pasó a una risa burlona.

Estaba recostado sobre el escritorio tras de él, con los brazos cruzados a la altura de su pecho. Pero después de escuchar mi propuesta, se levantó y a paso lento se acercó a mi ahora sí con su risa de burla.

—La cosa es Lina...— tuve que alzar la mirada para verlo a los ojos, su rostro estaba a centímetros del mío, mientras que mi respiración se volvía agitada. Con su mano me tomó el cuello apretándolo un poco—que tu y yo, jamás, pero jamás no veremos cómo los hermanos que somos.

Eso último lo dijo en un susurro, haciendo que su aliento chocara con mi nariz.

Tragué saliva fuerte por como estábamos en ese momento.

Ambos nos miramos a los ojos, yo con un poco de nerviosismo a causa de como me tenía, él, con una seguridad congénita inigualable.

—¿O me vas a decir que no es así?— pronunció con rudeza.

—Drake, por favor, colabora. Estoy tratando de hacer lo posible porque entre nosotros abunde la paz, pero no me ayudas.— solté liberando su agarre de mi cuello.

Me toqué y pude sentir el ardor que emanaba de mi cuello, dolía un poco pero era tolerable.

—Lina, tu y yo sabemos que nosotros no podemos evitar mirarnos de otra manera, ¿O también me dirás qué ya me olvidaste de la noche a la mañana?

—¿Qué?

—Lo que escuchaste.

—Drake, hace falta que te bajen ese ego que tienes por los cielos. Tu solo fuiste un capricho para mí ¿de acuerdo? Sácate esas idioteces de la cabeza, que no son verdad.

Soltó una carcajada carente de diversión. Con las manos a cada lado de su cadera me dió la espalda con la vista al techo, como tratando de buscar paciencia para no sé que.

Yo solo trataba de mejorar las cosas pero él nada que ayudaba, y las cosas para mí eran simples, si aceptaba la tregua, bien, sino, pues que se jodiera.

—De mi parte Drake, habrá banderas blancas hacia ti. Tómalo o déjalo.— me iba a dar la vuelta para irme pero me detuve abruptamente recordando algo más—. Ah, otra cosa, Adam me dará clases de tiro y defensa personal y demás, no hace falta que pierdas tu tiempo.

Me di vuelta esta vez sí para irme pero me tomó del brazo empujando mi cuerpo hacia la pared.

—Escucha, seré yo quién te dará las clases, no Adam ni nadie, solo yo.— puntualizó entre dientes.

Nada es lo que parece Donde viven las historias. Descúbrelo ahora