capitulo diecinueve

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Lina.

No todo pasa como nos lo imaginamos.

Eso lo confirmaba desde mi llegada a la casa Brewster. Muchas veces por mi cabeza pasó que mi padre me odiaría y me humillaría. Justo como hacían mis padres anteriores.

Se podía decir que eso era como mi trauma de la infancia, y que afortunadamente sabía enfrentar.

Pero no, el hombre que se suponía me había dado la oportunidad de vivir, era lo mejor que había conocido -aunque el top uno se lo llevaba William claro- 

Por eso, mi mirada hacia la persona que tenía en frente era de admiración. Podía verse como una exageración, dado que a penas y lo conocía de hace un par de horas, pero mi sexto sentido me decía que no me equivocaría con este.

Él se veía leal a mi, y sobre todo, que estaba dispuesto a dar su vida por la mía, aunque no lo pareciera. Yo lo veía así, y sin dudarlo también daría mi vida por él, porque hasta los momentos había demostrado el amor que me sentía, lo transmitían sus ojos al verme.

Justo esa sensación que no se podía sentir con cualquiera, y yo lo sentía con él.

—Volveré un poco tarde, pero si me necesitas no dudes en llamarme.— habló Leonardo arreglando un poco el saco que llevaba puesto.

En la noche después de hablar todo con él, me fui a mi habitación, y mentiría si dijera que pude conciliar el sueño, porque no fue así. Toda la noche la pasé pensando en cada una de sus palabras, en sus gestos al hablarme, tratando de encontrar la más mínima mentira, y no, no había ninguna.

O es que de verdad había dicho la verdad, o era muy bueno con las mentiras; como yo.

Mi instinto me decía que íbamos por buen camino, que era buena persona conmigo, y sobre todo, me daba esa exclusividad que no le daba a cualquiera. Y eso decía mucho.

Al pie de la escalera, le sonreí asintiendo a su pregunta de si estaría bien mientras él no estaba.

—Si te llegas a aburrir, siempre puedes buscar a Drake para que te enseñe algunas cosas tradicionales en esta familia. Que por cierto, no lo he visto desde ayer en la mañana.— esto último lo dijo con el ceño fruncido.

Una vez que se sentía listo, se encogió de hombros y se acercó a mi, quedando a mi misma altura por dónde me encontraba.

—Te cuidas eh.— tomó mi rostro entre sus manos, dándome un beso en la frente—. Trataré de buscar la información que me pediste.

—Tranquilo, no te pido que sea para ya.— le sonreí haciendo que se separara y se despidiera por tercera vez.

Una vez lo vi cruzar el umbral de la puerta, solté todo el aire contenido, recordando todas las veces que había soñado con un momento así.

Bajé del todo las escaleras, caminando lentamente por la enorme sala principal - porque habían bastantes-, observando todo con más detalle, hasta sentir la presencia de alguien detrás de mí. Al girar, me encontré con una seria Alyssa, quién me miraba como el depredador ve a su presa.

—¿Todo bien?— le pregunté casual con las manos metidas en mis bolsillos traseros del pantalón.

—Todo bien.— sonrío falsamente, sosteniendo con firmeza la canasta de ropa que llevaba en las manos, pero antes de que diera la vuelta para irse, le llamé.

—Alyssa, ¿Sabes en donde está Drake?

Su expresión pasó de depredador, a asesina, si las miradas pudiesen matar, ya estaría siete metros bajo tierra.

Nada es lo que parece Donde viven las historias. Descúbrelo ahora