capitulo diecisiete

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Lina.

«muy bien, solo abre la puerta y sal como una persona normal»

Me decía mi subconscientemente al estar parada detrás de la puerta de mi habitación.

Podía verme como una tonta al actuar de esa manera, pero no negaría los nervios que tenía al imaginarme sentada en una mesa junto con Drake.

¿Que pasaría cuando nos viéramos?

Aún tenía rabia, sentía que quería gritarle y golpearle, pero...no valía la pena.

Ya estaba acostumbrada a que las personas me fallaran, y sobre todo aquellas que les empezaba a tomar cierto aprecio, justo como hice con él.

Me dolía sí, pero ya no podía hacer nada, solo él sabía el porqué de su actitud.

Por otro lado estaba William. No paraba de pensar en él y en preguntarme cómo estaba. Desde su punto de vista quizás me veía como una completa egoísta al irme con un chico que a penas y conocía, pero era por su bien, todo era por él. Porque sabía que si me quedaba lo matarían, y no lo toleraría.

Solté aire de mis pulmones y abrí la puerta viendo la pared de en frente, vestía unos jeans desahogados rotos, un sueter negro y zapatillas casuales blancas, con mi cabello recogido en una cola de caballo.

No era el mejor look para una cena primeriza familiar, pero siendo sincera lo que menos quería en ese momento era parecer elocuente; como aquella señora de ojos azules.

No sé los demás, pero tenía un aura nada bueno, me transmitía cosas negativas, algo que por supuesto no iba a pasar por alto. Esa amabilidad y cariño al recibirme me incomodó demasiado hasta el punto de sentirme en una mentira.

Crucé el umbral de la puerta y recorrí el pasillo tratando de recordar el camino hacia las escaleras, ya que habían muchas puertas y pasillos. Bajé las escaleras lento y con calma, tratando de perder tiempo porque sentía que cuando llegaría nadie estaría en la sala de comedor, y sería bastante vergonzoso la verdad.

Fue todo lo contrario, cuando me acercaba al lugar, escuché risas divertidas, como si...nada hubiese pasado. Me refiero al hecho de que todo, incluyendo mi llegada era normal.

Quizás ya lo veían venir.

Me planté en la entrada observando todo; Leonardo yacía sentado en el tope de la mesa, su esposa Dévora a su lado, la chica que se suponía era del servicio y cuyo nombre era Alyssa al lado de Dévora, y Drake...no estaba.

Todos se callaron y me miraron, me removí incómoda en mi sitio sin saber que hacer o que decir.

—Lina hija, toma asiento, ya la cena se servirá.—habló mi padre sin borrar la sonrisa.

Asentí sentándome en la silla al lado de él que al parecer la habían guardado para mí. 

Todos sonreían como una familia normal, pero claro estaba que no eran normales. Se suponía que el hombre que tenía al lado era un asesino, un mafioso dispuesto a cualquier cosa con tal de conseguir lo que quisiese, y es que en la cara se le veía. Su esposa, a pesar de no conocerla, tenía cara de manipuladora profesional, que con su sonrisa angelical y elegante podía engañar hasta el mismísimo demonio. Y la chica sentada también en la mesa...ella, solo era ella, pero sabía que tenía algún tipo de truco bajo la manga. Y luego estaba Drake.

Drake, Drake, Drake...

Cielos, ni siquiera sabía que hablar de él, porque sí, tenía muchas cosas resaltante, pero mi cerebro se quedaba en blanco al recordarlo.

Nada es lo que parece Donde viven las historias. Descúbrelo ahora