Capítulo 33

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Habían pasado unos meses desde que las niñas nacieran y ellos habían decidido tomarse unas vacaciones en Palermo. Estaban en la villa de sus padres disfrutando del sol y del mar, las niñas estaban pacíficas con la brisa soplando cerca de ellas. ¿Qué más podía pedirle a la vida si ya tenía todo lo que siempre había querido?

— ¿En qué piensas? — preguntó su marido sentándose a su lado metiendo los pies en la piscina al igual que ella.

— En que creo que ya es hora que le pongamos fecha a nuestra boda por la iglesia — dijo algo que llevaba guardandose por semanas.

— Yo también lo había pensado — sonrió para ella — ahora que las familias están unidas de nuevo creo que hora de darnos el si frente a Dios.

— ¿Qué te parecen dos semanas? — preguntó tomando un poco de limonada que se había servido.

— Me parece excelente aunque creo que tu madre y mi madre pondrán el grito en el cielo — ambos asintieron mientras reían porque aquellas mujeres morían por ver a sus hijos ya casados pero el poco tiempo que les iban a dar para organizar todo seguro las volvería locas.

— Es mejor decirles ahora que están reunidas en casa — dijo levantándose con la ayuda de Carlo.

Tomaron a las niñas y se encaminaron a la casa principal, ahí en el jardín se encontraban sus madres charlando de lo más a gusto. Notaron sus presencias y en seguida interrumpieron su conversación.

— ¿Pasó algo cariño? — preguntó su madre tomándola de la mano.

— No mamá solo queríamos contarles algo que hemos decidido — dijo meciendo a Gianna entre sus brazos.

— Anda dígannos qué es — pidió su suegra cambiando la sonrisa de su cara por una mueca de preocupación.

— Decidimos casarnos en quince días — soltó ella ante los ojos estupefactos de ambas.

— ¡Al fin! — chilló su madre — creí que nunca lo dirías y se quedarían casados solo por lo civil.

— ¿Les parece bien? — preguntó sin entender su emoción, creía que estarían preocupadas y con los pelos de punta.

— Claro que si hija — contestó Carlota — llevamos días semanas hablando de eso, no se preocupen su boda será la más majestuosa y de eso nos encargaremos nosotras.

— Pues entonces todo está perfecto — repuso Carlo abrazando a su madre.

— Supongo que usaran sus contactos para poder lograrlo — dijo ella — no quiero estresarme para nada.

— No te preocupes mi amor, todo será según tu gusto solo tienen que entregarnos su lista de invitados y nosotros nos encargamos de todo — su madre la abrazó con fuerza y Gianna chilló haciéndolos reír a todos.

— Que tal si lo hablamos en la cena y se lo contamos a todos — propuso su suegra y a ella le pareció una buena idea.

— Hay que avisarles a todos que nos reuniremos esta noche — anunció su madre.

Ellos se retiraron a su habitación decidieron refrescarse un poco y tomar un baño y así estar listos para la cena, oscureció rápido y como de costumbre su madre ya tenia todo preparado, la comida, la decoración y los puestos de cada uno ubicados en el jardín. Por suerte alimentó a las pequeñas antes de bajar y se quedaron completamente dormidas al cuidado de Bianca quien había viajado con ellos.

Caminaron por el jardín agarrados de la mano, Carlo besó su mano y la abrazó, con él era como si vivieran en una eterna luna de miel. De aquel hombre adicto al trabajo y que dejaba a la familia en segundo plano ya no quedaba nada, estaba tan comprometido con ella, Gianna y Mia que le sorprendía gratamente ver su cambio, eso la hacía amarlo un poco más de lo que ya lo hacía. Al llegar a la mesa ya se encontraba sentada Pia, Enzo y Fiorella que no paraban de darse cariños como dos adolescentes hormonales y sus hermanos que como siempre eran los más serios pero al verla le mostraron la mejor de las sonrisas. Sus suegros aparecieron junto a sus padres y precedieron la mesa, la comida empezó a servirse y todos disfrutaban. Fue su madre quien decidió sacar el tema , le guiñó el ojo y con un cuchillo golpeó una copa llamando la atención de todos.

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