"Miles de personas y solo te quiero a ti"No supo cómo interpretar la reacción de Gia, era como si no pudiera verlo a los ojos. Estaba casi temblando eso podría jurarlo, era consciente de lo que acababa de proponerle pero era algo que los beneficiaba a los dos.
Si, a los dos porque lo único en lo que pensaba en se momento era en apagar esa necesidad por recorrer las peligrosas curvas de la castaña.
— Pero estás casado y no quiero que engañes a... — no la dejó terminar, entre más lo pensara más rápido se arrepentiría. Unió sus labios a los de ella y una corriente atravesó su cuerpo, sus suaves y carnosos labios eran como un imán pero ella seguía quieta y con sus labios juntos.
Con su lengua la obligó a separarlos, introduciéndose en su boca robándole un gemido que le dio permiso para explorarla con mayor experticia. Tomó su delicado rostro entre sus manos y lo acunó impidiendo que esta se separara, lo estaba disfrutando y ella también, lo sentía en la forma en que recibía sus besos y de la forma en que sus pequeños brazos rodeaban su cuello.
La tomó por la cintura reduciendo la poca distancia que quedaba entre ellos, no quería pensar, solo quería disfrutar y eso era lo que iba a hacer, iba a hacerle el amor a esa mujer que tenia en frente sin importar las consecuencias. En sus brazos la sentía tan pequeña y delicada, su piel de porcelana lo llamaba a gritos pidiéndole atención.
El aire empezó a faltar y aunque no querían tuvieron que separarse, beso su cuello y su mandíbula haciendo que ella se estremeciera entre sus brazos. Con facilidad la alzó llevándola hasta adentro de la habitación y colocándola junto a la cama, alzó la mirada para encontrarse con la suya y sus ojos azules estaban oscuros como la noche.
La escuchó gemir cuando la tomó de la cintura acercándola a él nuevamente, la protuberancia que crecía en sus pantalones le arrancó un gemido más a la castaña y él sonrió sobré sus labios, aquellos que ya tenia atrapados nuevamente.Tomó la poca cordura que le quedaba y se separo de ella.
— ¿Estás segura? — ella asintió como respuesta y eso le bastó.
Volvió a besarla, con seguridad de que ambos querían estar en ese lugar y momento.
Bajó sus manos hasta el borde del pequeño vestido de seda con lentitud colándose debajo de éste y acariciando su tersa piel. Recorrió su espalda dándose cuenta de la completa desnudes de Gia, los pezones erectos de la castaña se marcaban sobre la tela y sentirlos sobre su pecho lo estaban matando, necesitaba hacerla suya.
Tomó su boca nuevamente y abandonó su piel, acarició sus brazos y con determinación bajó los tirantes del camisón dejándola completamente expuesta a él. Dio un paso atrás para admirarla, era perfecta simplemente perfecta.— No tiembles cariño todo estará bien — las mejillas sonrosadas de Gia contrastaban con su blanca piel y a él le encantaba.
Para este punto si algo sabía era que él estaba disfrutando cada instante y que ambos se beneficiarían de ese encuentro. ¿Por qué nunca había visto a Gia de esa manera?
Se sorprendió al notar la iniciativa de la castaña por desvestirlo, era verdad que ella estaba desnuda a su merced y él estaba completamente vestido. Con total parsimonia desabrocho uno a uno los botones de su camisa mientras con suavidad dejaba pequeños besos sobre su pecho... lo estaba matando.
Soltó un gruñido y ella levantó la mirada en su cara pudo ver lo excitada que estaba. Llevó sus manos hasta el botón de su pantalón y se deshizo de el rápidamente. Bajó sus boxers rápidamente acabando con la tortura que representaba tener su miembro en esa carcel, estaba más que excitado y listo para cumplir su misión.
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Regalo de Amor
Roman d'amourGia Bianchi es una hermosa diseñadora de interiores que muere por ser madre y formar una familia pero se ha cansado de esperar al hombre perfecto. No era que no lo hubiera intentado, era hermosa y cientos de hombres la habían cortejado a lo largo d...