Acurrucada entre sus brazos sobre el sillón le parecía estar viviendo un sueño, un sueño que había tenido hace mucho tiempo pero que nunca creyó que se llegara a realizar.— ¿Ya fuiste al médico? — preguntó Carlo acariciando su vientre.
— No, la verdad con todo lo que ha pasado solo quería salir de Sicilia, necesitaba un respiro — confesó.
— Me gustaría acompañarte quiero asegúrame que todo esté en orden, has estado mucho tiempo sin tener cuidados y yo me encargaré que tengas los mejores — si, ya empezaba a dirigir todo.
— No se si eso sea conveniente — se mordió el labio.
— ¿Por qué? Ya te dije que quiero estar presente en todas las etapas de nuestro hijo— se quejó el castaño.
— O hija — no había pensado en esa posibilidad porque siempre se referían al bebé como si fuera niño — aunque no importa lo que sea solo quiero que esté sano.
— Niño o niña lo amaremos — ella asintió abrazándose más a él.
— Pero antes hay algo que tenemos que aclarar — lo vio soltar un suspiro mientras asentía — estas casado Carlo y por más que te ame no seré plato de segunda mesa de nadie — aclaro.
— No lo serás — sus dedos acariciaron su mejilla — pienso pedirle el divorcio a Claire y antes de que digas nada... ella y yo llevamos tiempo teniendo problemas, mucho antes de que pasara esto entre nosotros así que no quiero que te sientas culpable.
Aveces le era imposible no sentirlo y pensar que lo más probable es que la gente la señalara.
— Mientras eso sucede yo prefiero que no estemos juntos — retiró la mano del castaño de su pierna sabiendo muy bien sus intenciones — no me siento cómoda.
— Está bien, ¿en cuanto le notifique del divorcio me levantarás el castigo? — preguntó dejando un reguero de besos en su cuello.
— No lo se, tendré que pensarlo — replicó en medio de las risas que le provocaba el cosquilleo de la barba incipiente de Carlo en su cuello.
— Ya aclarado lo anterior... quiero estar presente en todos los controles médicos que tengas — esta vez fue firme y ella no supo que responder.
— No podría hacerme los controles en la ciudad, lo más probable es que tengamos que ir a Roma si quieres estar Carlo.
— ¿Por qué en la ciudad no? — preguntó.
— Porque todos nos conocen o al menos la mayoría de gente y no quiero estar en la boca de todos si me ven llegando contigo — el castaño asintió y permaneció en silencio.
— Dónde tú quieras vamos pero no me perderé nada de este embarazo — sentenció.
— Esta bien cuando tenga agendado todo te avisaré pero no prometo que vaya de acuerdo a tu horario — el castaño sonrió acariciando nuevamente sus piernas desnudas.
— Dejaré plantado al presidente si es necesario para acompañarte ¿entendiste? — con un casto beso dio por cerrado ese tema.
— Cuando esté de vuelta en Palermo compraré una nueva casa — sintió a Carlo tensarse — me gustó estar con mi padres unos días pero sabes que soy independiente y si me quedo con ellos mamá empezará a querer dirigir las cosas y se que voy a estresarme.
— ¿Y tu ático ?
— Estaba bien mientras era yo sola pero tiene muchos niveles, paredes de vidrio, es prácticamente anti bebés.
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Regalo de Amor
RomansaGia Bianchi es una hermosa diseñadora de interiores que muere por ser madre y formar una familia pero se ha cansado de esperar al hombre perfecto. No era que no lo hubiera intentado, era hermosa y cientos de hombres la habían cortejado a lo largo d...