Final

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Habían pasado ya unos meses desde la boda, las niñas estaban por cumplir un año y ella se preguntaba como es que el tiempo había pasado tan rápido. Era como si en un abrir y cerrar de ojos se hubieran pasado todos esos meses en los que había vivido tantas cosas. Carlo y ella se habían ido a unas cortas pero productivas vacaciones de Luna de miel en Paris donde su marido le enseñó cada rincón de la ciudad como si no la conociera. Miraba hacia atrás a esos días y podía decir con sinceridad que fueron mágicos, Carlo había sido esplendido como siempre y no se había dejado ningún detalle atrás. Parecían un par de locos enamorados caminando por las calles parisinas dándose besos y abrazos cada cinco segundos.

Desde entonces no habían tenido vacaciones, habían estado tan ocupados con el trabajo y las niñas que apenas podían respirar. Los logros de sus hijas encantaban a toda la familia quienes las veían crecer de cerca porque ellos procuraban viajar a Palermo cada fin de semana para estar con su familia, a ella todavía le rondaba la idea de volver con ellos y estaba entre sus planes quizás hacerlo porque los extrañaba constantemente pero en Roma los ataba su trabajo y la nueva vida que habían decidido empezar. Era una decisión difícil de tomar y en ese momento no pensaba seguir dándole vueltas al asunto porque su próxima parada eran las playas de San Vito Lo Capo.

Aquella playa le traía muchos recuerdos de su niñez, y es que sus padres y los padres de Carlo los llevaban de vacaciones a aquel lugar con toda la familia. Eran las mejores vacaciones que ella pudiera pedir, tenían una villa a cuarenta kilómetros en coche del lugar, el lugar seguía en pie e intacto, conservando viejas fotografías de ambas familias, de sus hermanos, de Carlo, de Fiorella pero sobre todo de ella porque su madre era una aficionada por tomarle fotos al ser la pequeña de la casa.

— ¿Estas lista? ¿En que pensabas? — preguntó su marido abrazándola por la espalda colocando la cabeza sobre su hombro.

— Estaba pensando en los buenos recuerdos que me trae esta villa sobre nuestra infancia, éramos tan felices cada vez que veníamos acá.

— Lo recuerdo bien, tú amabas entrar al agua con todos nosotros mientras Fiorella se quedaba en la arena tomando el sol, como siempre terca — ella soltó una carcajada.

— Es verdad, lo había olvidado, prefería broncearse junto a los adultos que ir a zambullirse con nosotros en el agua.

— Espero que a nuestras hijas les guste el agua tanto como a nosotros y no se queden en la arena.

— Sabes que sacaron lo tercas de ti, quien sabe qué pasará por sus cabecitas cuando lleguemos allá.

— Oye yo no soy terco — se quejó.

— Lo eres y mucho — dijo entre risas — pero así te amo.

— Me alegra escucharlo — besó su hombro y la hizo voltear para quedar frente a él — porque yo estoy perdidamente enamorado de ti.

Pegó su frente a la de él y buscó sus labios para unirlos en un apasionado beso. Se escuchó una tos falsa que hizo que se separaran, era Bianca que traía a sus hijas listas en sus vestidos de baño y peinadas con dos coletas a cada lado de la cabeza cada una. Se veían preciosas y tiernas, se derretía de amor por ellas y es que habían sacado lo mejor de ambos en cuanto a genes.

— Mis princesas están listas — dijo Carlo tomándolas en brazos.

— Vámonos entonces — dijo ella — Bianca ya están todas las cosas montadas en el carro.

— Todo señora, no se preocupe, me encargue personalmente de que no faltara nada.

Asintió y juntos se dirigieron al coche, Carlo se encargó de abrochar bien el cinturón de las sillitas de sus hijas, ese hombre era extremadamente precavido. Estando todos listos emprendieron el viaje a su lugar deseado, no demoraron mucho en llegar y por suerte no estaba tan lleno.
Se colocaron bajo una sombrilla gigante que Carlo logró acomodar perfectamente, pusieron los bolsos sobre la arena no sin antes colocar las sillas y las toallas. Todo estaba preparado y ahora solo les quedaba disfrutar, quería entrar de una vez al mar y zambullirse pero tenía que esperar a ver si sus hijas pensaban lo mismo que ella.

Regalo de AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora