Abrir los ojos y encontrarse con la mirada azul de la mujer que amaba no lo cambiaría por nada, seguía abrazada a él con una sonrisa que iluminaba toda la habitación, era perfecta y era suya.— Buenos días — saludó la castaña con voz somnolienta.
— Buenos días cariño — acarició la punta de su nariz con el dedo siguiendo por el resto de su cara delineando cada una de sus facciones — ¿Dormiste bien?
— Como un bebé — sonrió dejando ver su perfecta dentadura — me duele todo el cuerpo pero valió la pena — respondió con picardía.
— Sabía que querías pero eres demasiado cabezota para aceptarlo — la estrechó aún más entre sus brazos y buscó sus labios para darle un beso de buenos días.
— No soy cabezota solo me da miedo — replicó escondiendo el rostro en su pecho.
Él simplemente negó, sabía que eso la martirizaría por un tiempo más pero a quién le importaba, él estaba en proceso de divorcio y ella era libre sumándole que era la madre de sus hijos lo que se dijera en Sicilia y sus alrededores sobre ellos lo tenía sin cuidado.
Su celular empezó a sonar insistentemente y aunque no quería dejar la cama tenía que contestar. Besó los suaves labios de Gia y se levantó en busca de éste, el único problema es que no lo encontraba por ningún lado.
— En la sala — dijo la castaña observándolo descaradamente — lo dejaste sobre la mesita enfrente del sillón.
— Gracias cariño — replicó siguiendo su camino hasta la sala desnudo solo para provocarla .
Siguió el incesante sonido hasta que por fin lo encontró, era Enzo y si llamaba era porque tenía buenas noticias o quizás algún asunto por resolver, era mucho menor que él pero debía admitir que era responsable y centrado en su trabajo.
— Enzo — dijo al contestar — ¿Todo bien? ¿Cómo fue la reunión?
— Todo fue excelente, el negocio se cerró solo faltaría tu firma— comentó — deberías agradecer mi poder de convencimiento eh primo.
— Por favor — rodó los ojos — el trato estaba casi cerrado — farfulló volviendo a la habitación.
A quién quería engañar el rubio de ojos azules todo el trabajo lo había hecho él y es que con solo decir Carlo De Luca todos corrían a servirle aunque estos nuevos clientes habían sido bastante reticentes y en el fondo le alegraba que su primo hubiera cerrado su primer negocio. Se puso sus boxers y caminó de vuelta a la cama, se había prometido dejar el trabajo a un lado durante ese corto viaje pero ahí estaba él hablando con Enzo de trabajo pero es que no podía evitarlo.
— En un día más estaré de vuelta y convocaré a una junta familiar Enzo, hay un par de cosas que quiero discutir — dijo con seriedad sintiendo a Gia recostarse sobre su pecho otra vez.
— Te mandé el informe de la reunión al correo — informó — Por cierto Carlo ya todos saben de tu divorcio y es de lo único que se habla... — lo paró, no quería escuchar como la gente metía las narices en su vida privada.
Se incorporó de la cama sintiendo como las venas del cuello le latían con fuerza.
— Mi vida privada no le importa a nadie — ladró molesto — encárgate de acallar cualquier chisme de pasillo en la empresa porque si escucho a alguien hablando de eso lo despediré sin importar quién sea ¿me entendiste?.
Colgó la llamada ofuscado ahora tendría que empezar a lidiar con el cuchicheo de la gente sobre su decisión de divorciarse de Claire y si tenía que usar su poder para acallar a la gente lo haría porque nadie se interpondría en su nueva vida con Gia y los bebés.
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Regalo de Amor
RomanceGia Bianchi es una hermosa diseñadora de interiores que muere por ser madre y formar una familia pero se ha cansado de esperar al hombre perfecto. No era que no lo hubiera intentado, era hermosa y cientos de hombres la habían cortejado a lo largo d...