Con una chaqueta negra sobre sus hombros y una falda a juego del mismo color bajó las escalinatas del avión privado de Carlo siendo apenas las seis de la mañana en Palermo. El solo comenzaba a salir y las pocas nubes grises se disipaban con el pasar de los minutos.Como había acordado con Fiorella un carro la estaba esperando justo al finalizar las escaleras. Apretó con fuerza su equipaje de mano y curvó los labios hacia arriba como una especie de pequeño saludo ante el hombre de unos cincuenta años que se encontraba frente a ella.
— Señorita Bianchi — la saludo al tiempo que tomaba su equipaje para colocarlo en el maletero.
— Gracias — replicó acomodándose en el asiento trasero — lléveme lo más rápido a la Villa Bianchi por favor .
— Como ordene — cerro la puerta tras de ella y emprendieron el camino hacia su hogar.
Veía los arboles moverse con la suave brisa del amanecer, los pájaros cantar y revolotear de un lado a otro mientras algunas personas empezaban a abrir las hojas de sus ventanas de madera para dejar entrar al nuevo día. Palermo estaba igual a como lo había dejado, su gente, sus calles y su característica energía. A lo lejos pudo divisar el inmenso portón con las iniciales de su apellido, tan imponente como siempre.
Una vez dentro bajó del auto y a pasos apresurados se dirigió hasta la entrada principal para tocar el timbre esperando impaciente a que abrieran.
— ¡Signorina Gia! — exclamó Cecilia al verla — la sua mamma sará felice di verla
— Yo también quiero verla ¿Cómo está mi padre? — preguntó entregándole su equipaje
— Está recuperandose pero con su visita seguro que se pondrá mucho mejor. Puede subir, sus padres están en su habitación.
— Grazie mille.
Las escaleras se le hicieron eternas, los nervios aparecieron y pequeñas mariposas empezaron a revolotear en su estomago tan pronto estuvo frente a su puerta. No había visto a sus padres desde aquella última vez en que todo terminó en caos, desde que Carlo y ella habían puesto tierra de por medio por el bien de su relación. Amaba a sus padres y este tiempo alejada de ellos le había dolido, le hacían falta como nunca antes aunque intentara hacerse la fuerte frente a Carlo y le dijera que lo mejor era seguir manteniendo la distancia.
Dió dos pequeños golpes en la puerta y luego de escuchar un adelante de parte de su madre, giró la manija abriendo despacio esta. Asomó la cabeza y con timidez preguntó:
— ¿Puedo pasar?
— ¿Gia? ¿Eres tu cariño? — preguntó su padre quien se encontraba recostado en el sillón al lado de la cama.
— Si papá, soy yo — replico acercándose mientras trataba que las traicioneras lagrimas no salieran antes de tiempo.
— Hija siento mucho lo que ha pasado con ...
— Shhh — lo calló — lo sé, tu no podrías hacer algo así, no tienes nada que explicar papá — como si se tratara de una niña pequeña recostó la cabeza en sus piernas y besó una y otra vez sus manos — me alegro tanto que estes bien y no haya pasado nada malo.
— Nada podría pasarme pequeña — aseguro acariciando su cabello — aún tengo muchas cosas por hacer con mis nietos
— O nietas — comentó su madre interviniendo en la conversación — Creo que tendré que fingir un dolor de brazo para recibir tu atención también.
— Mamma no digas eso ni en broma — la regañó acercándose para abrazarla — te he extrañado mucho — los he extrañado mucho — aseguró — este tiempo lejos ...
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Regalo de Amor
RomanceGia Bianchi es una hermosa diseñadora de interiores que muere por ser madre y formar una familia pero se ha cansado de esperar al hombre perfecto. No era que no lo hubiera intentado, era hermosa y cientos de hombres la habían cortejado a lo largo d...