Capítulo 12

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Le había parecido una excelente idea ir a la empresa en Roma para ver cómo iban las cosas, hacia mucho tiempo que no visitaba esa sucursal ya que dividía su tiempo entre las oficinas de Londres, Madrid y New York donde se concentraba la mayor cantidad de trabajo.
La mayoría de sus empleados no la reconocían y lo prefería así porque le gustaba ver cómo era la atención de éstos a sus potenciales clientes.
Alessandra la directora de la tienda apenas la vio la saludó efusivamente, era una mujer blanca de unos cuarenta años y de cabello negro como la noche, una excelente empleada que se había mantenido en su puesto debido a su magnífico trabajo.

— Señorita Bianchi es un placer tenerla aquí — dijo llamando la atención de un par de asistentes que caminaban alrededor — nos hubiera avisado y me habría encargado yo misma de ir a buscarla al aeropuerto.

— No te preocupes Alessandra — sonrió ante su amabilidad — solo estaré un par de días en la ciudad y quería visitar la tienda porque hace rato no lo hago.

La mujer pareció complacida con su respuesta.

— ¿Todo bien por aquí ? — preguntó fijando su vista en el gran espacio que estaba decorado exquisitamente por los mejores muebles en el mercado y un par de escritorios dispuestos para los asesores.

— Si, usted dirá si quiere verificar todo — no era mala idea ver los libros y revisar los números para ver qué tanto producía esa tienda en específico.

— Me parece buen inicio — replicó ajustándose el blazer color naranja que llevaba puesto a juego con sus pantalones y una sencilla camisilla de tirantes básica color crema — las oficinas administrativas siguen quedando arriba ¿no?

— Así es — asintió Alessandra — justo como usted lo dispuso.

Observó todo con detenimiento mientras sonreía complacida, ese lugar mantenía su esencia y era uno de los que menos visitaba porque los más grandes absorbían su tiempo y total atención. La pelinegra la guió hasta su oficina la cual mantenía los toques dorados, la madera clara y el mármol de Carrara que a ella le encantaba incluir en sus diseños, de igual forma el espejo a un lado de ésta la hacia ver más espaciosa e iluminada haciéndola sentir como en casa.

— ¿Pasa algo? ¿No te gusta la oficina? — Preguntó un poco asustada la mujer.

— Me encanta de hecho — respondió tranquilizándola — mantiene el toque de la primera oficina que tuve y se siente como estar en casa.

— Me alegra escuchar eso — sonrió la mujer — ¿le gustaría algo de tomar mientras revisa todo?

— Un Té Helado si es posible — pidió amablemente — luego de que termine de revisar los números puedes enseñarme los proyectos de diseño que tienen ahora me gustaría ver si puedo ayudar en alguno.

— ¡Claro que si, sería un honor! — le encantaba el entusiasmo de aquella mujer le recordaba un poco a su madre y como siempre le veía el lado positivo a las cosas... bueno la mayor parte del tiempo.

Sentada frente al computador recordó por qué odiaba encargarse de los números de su empresa pero que quisiera o no tenía que hacerlo porque en el mundo de los negocios en pocos se podía confiar. Fue por esa razón que había seguido el consejo de su padre de prepararse estudiando administración y hacer un master en negocios, algo que le había servido mucho ya que le daba otra visión de lo que quería lograr con aquel proyecto que tanto amaba.

Su celular empezó a sonar reflejando en la pantalla la foto y el número de su adorada prima Fiorella que por alguna extraña razón no había visto en días ni mucho menos sabía de ella.

— ¡Gigi! — exclamó con su melodiosa voz tan pronto contestó la llamada

— ¿Fiorella dónde estas? Desde que volví de mi viaje no he sabido de ti — se quejó — eres una mala cugina.

Regalo de AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora