Siete

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-maestro Rosinante - el joven Law de diesisiete años, se encuentra parado frente a un hombre mayor que el por diez años, lo observa fijamente.

Rosinante llego a su vida una vez hace dos años, como su profesor privado de música, y aunque el joven Law se negó en un principio, cuando se dio cuenta de que su profesor le gustaba más que la música fue que decidió ser el mejor, buscaba ser alabado por el hombre en cuestión, que le sonriera y lo felicitara por su progreso.

-consegui tocar la canción completa - pronunció desviando un poco su mirada, bajó la cabeza se sentía sonrojado.

-oh.. ¡Eso es genial pequeño Trafy! - exclamó regalándole una de esas amplias sonrisas que tanto ama.

Odiaba ser llamado de esa forma, qué le dijera "pequeño Trafy" lo odia con todas sus letras, pero viniendo de él, definitivamente podía acostumbrarse a eso.

Aquella tarde luego de practicar sin descanso hasta que lo consiguió decidio que ya no quería esconder más lo que siente por aquel amable señor que llego a su vida con una melodia.

-me gustas mucho maestro...

Escupió derrepente apretando sus puños y ojos con fuerza, Rosinante lo miro realmente sorprendido, sus mejillas coloradas hasta las orejas se veían demasiado lindas, desvío la mirada a una ventana que se encontraba a un costado.

-debes estar confundido - aclaró Rosinante de una vez - solo soy tu profesor de música Law.

-pero ¡me gustas de verdad! - exclamó alzando la mirada hacia él con insistencia.

Rosinante dio un golpe seco sobre la mesa y sonrió con melancolía.

-¡estas confundido! - alzó la voz con rudeza.

-¡estoy seguro de mis sentimientos! - se apresuró a decir - ¡no importa si eres mi profesor! si no lo hubieras sido, yo... ¡De todas formas me hubiera enamorado de ti! - alzó la voz con insistencia.

-¡ya basta Law!

Rosinante frunció el ceño y lo vio molesto.

-no sigas diciendo esas cosas sin sentido y mejor vete, la clase de hoy terminó - sentenció con voz severa.

-pero...

-he dicho que no.

Fue su última palabra antes de pasar junto a él y abandonar la habitación. Aquella tarde lo dejo solo, y para sorpresa del pelinegro aquella semana las clases quedaron suspendidas.

-

Abrió los ojos con lentitud, le duele la cabeza y los rayos del sol que entran por la cortina mal cerrada le molestan de forma terrible, los recuerdos de la noche anterior eran borrosos, o al menos lo fueron hasta que sintió un brazo rodeando su torso desnudo.

Miró a un lado y allí estaba él, el rubio ex-profesor de música que en su juventud lo rechazo tajantemente, se sento con algo de dificultad y cogio su cabeza con ambas manos.

-bebí demasiado - murmuró en un gruñido.

Nuevamente miro de reojo al hombre junto a él, se veía profundamente dormido, recorrió su espalda que era lo que estaba a la vista, su cuello y todas las marcas de sus dientes sobre esa blanca piel. Sonrio de medio lado.

-oe... Profesor de música - susurro sobre su oído mientras se levantaba de la cama para acomodarse sobre él, levanto las cobijas y se sentó justo sobre su trasero- enseñame porfavor otra vez esa lección de canto - susurro nuevamente sobre su oído.

Mi Gran AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora