Trentaidos

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Katakuri observó largo rato a la pequeña niña mientras esperaba a que abrieran las puertas de aquella gran casa, se las ingenio para manejar solo con la pequeña en sus brazos y así poder llevarla a salvo.

Ella olía igual a Sanji, era muy bonita y lo había estado viendo fijamente todo el camino por lo que ya prácticamente se había robado su corazón, la adoraba con todo su ser pues la vio crecer dentro del vientre de su madre.

Se apresuró a dar largas zancadas una vez bajo del vehículo, Mihawk lo esperaba en la puerta junto a ese chico de pelo rojo que últimamente andaba de aquí para allá, pero siguió su camino directo a su objetivo Sanji.

Se detuvo fuera de la habitación y frunció el ceño, nadie entraba debido a la fiesta de aromas que invadían la habitación, solo contuvo la respiración un largo rato y luego soltó el aire retenido. Abrió la puerta y dio un paso adentro.

-amo Sanji - comentó en voz baja Katakuri.

-vete - respondió con voz apagada.

-pero... Esta pequeña bebe estas emocionada de poder conocer a su madre - comentó con voz enternecida.

La chiquilla de inmediato se puso inquieta y balbuceaba cosas que nadie entendía, pero para Sanji el mensaje estaba más que claro.

Se levantó de golpe y miro fijamente a Katakuri quien cargaba a la inquieta niña que desesperada miraban en dirección a Sanji quien a su vez comenzo a llorar ríos de lágrimas cuando sintió como él alma volvía a su cuerpo, se lanzó por sobre Zoro aplastando su cuerpo y a tropezones corrió donde Katakuri, estiró los brazos y recibió rápidamente a la pequeña, Katakuri pudo ver el momento preciso en cuanto ambas miradas se iluminaron.

Sanji se aproximó y abrazo a Katakuri con todas sus fuerzas, se aferro a él en un gesto un poco desesperado y jalo con fuerza su ropa volviendo a llorar contra su pecho, Katakuri lo abrazo de forma protectora y acarició su cabello aferrándose más a él frunció el ceño profundamente.

Ellos no se habían visto desde hace un tiempo.

-lo siento mucho Sanji - comentó sin formalidades - nunca debi dejarte solo... Era mi obligación protegerte y falle... - murmuró con voz quebrada.

Sanji negó con la cabeza muchas veces aún aferrado a él con fuerza.

-No... Esto no fue tu culpa... Además tu salvaste a mi bebé

Katakuri negó un par de veces y se separó de Sanji acariciando su cabello y una de sus mejillas con suavidad, se tomó el atrevimiento de besar su mejilla con la misma suavidad y le sonrió.

-nunca podría perdonarme no traerla de vuelta... Yo haría cualquier cosa por ti...

El rubio se sonrojo solo un poco y desvío la mirada, Katakuri nunca había sido tan amable con él... Pero eso no le importaba pues el mayor trajo a su hija de regreso.

Por otro lado quien yacía recostado en la cama estaba teniendo un extraño sueño, no suelo como tal pues de alguna forma siente que lleva demasiado tiempo en ese espacio negro al principio estaba solo pero luego junto a él habían una luz amarilla que vibraba como si fuera electricidad, aveces la sentían cerca y otras muy lejana y apagada, pero hoy extrañamente habían iluminado todo el lugar, desvío sus sentidos al otro extremo de la sala y allí divisó otra luz pero esta era roja oscuro y en el centro de ella había un pequeño punto que relucia más brillante que las otras dos, quiso aproximarse en cuanto vio como las tres luces se fundían y no entendió porque pero se sintió muy molesto e irritado.

-hmmm - balbuceo.

Sanji que aun seguían abrazado a Katakuri dio median vuelta cuando escucho ese quejido.

Mi Gran AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora