Diesinueve

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La segunda vez que Luffy fue a casa de los Roronoa iba impasiente y muy ansioso, desde que se encontró con el cadáver viviente en esa habitación todo tipo de pensamientos han pasado por su mente, desde preguntarse porque esta así, pasando por si estará enfermo o cosas como si será tan lindo como su aroma, ese que es devil, el que está debajo de todo ese olor a agua estancada.

No entendía muy bien que hacía su abuelo en esa casa porque en realidad no le interesaba e incluso al abuelo le causaba curiosidad el porque Luffy quería volver el no suelen querer volver dos veces al mismo lugar y han sido muy pocas la veces que se lo pidió, en fin.

Inmediatamente se esfumó en cuanto puso un pie dentro de la casa, rápidamente subió por las escaleras y se detuvo en aquella puerta, estaba entreabierta como la vez anterior, Luffy conocía muy bien cada técnica para ocultar o dejar salir su esencia, sabía que feromonas esparcir y cuando hacerlo, era muy hábil, así que se camuflo por completo, el chico parecía estar sentado en una cómoda silla miraba la ventana, apenas alcanza a ver su perfil, tiene los ojos abiertos, aunque demasiado entrecerrados, unas ojeras terribles, su cabello alborotado y su cuerpo delgado, traía encima un mullido abrigo y Luffy no pudo evitar sentirse atraído por él, tenía algo que llamaba demasiado su atención, no se movía y apenas se le escuchaba suspirar largamente demasiadas veces.

-¿quién puede estar tan quieto sin morirse? - fue lo que más le causó curiosidad ya que él, personalmente nunca puede estar quieto NUNCA.

Luffy sabía muchas cosas a sus veintidós años de edad, parecía ser muy inocente y distraído pero era todo lo contrario, todo el tiempo estaba atento a las señales y actuaba con agilidad cuando lo necesitaba, había tenido un par de parejas en los últimos años con las que habían curioseando en el mundo sexual, el cual le llamo la atención desde muy temprana edad y al ser un omega siempre fue sobreprotegido por lo tanto su fruta prohibida eran los placeres asexuales.

El chico frente a sus ojos le resultaba realmente atractivo, a Luffy le gustaban así, con esa apariencia tan oscura y un corazón blandito, que sean rudos y macabros, por eso Law le resultó realmente llamativo y hoy que lo vio despierto sintió aun más ganas de acercarse a él, de verlo de cerca y saber que es lo que le tiene así.

Se distrajo y sintió como su cuerpo se calentaba de forma abrumadora, perdió el control y lleno sus pulmones con ese aroma que tanto había deseado sentir, rápidamente tuvo una gran erección entre los pantalones, frunció el ceño e infló las mejillas, normalmente se adentra a buscar lo que quiere pero en esta ocasión simplemente sus piernas no quieren moverse, es como si hubiera encontrado una fruta prohibida, una que se está pudriendo poco a poco y que siente la increíble necesidad de probar antes de que desaparezca por completo... O salvarla de alguna forma, no lo sabe

Apretó su entrepierna por sobre la ropa, no fue capaz de quitar la vista de encima de ese chico que parecía ignorar por completo su presencia allí, su mano se movía por inercia acariciando aquí y allá, parecía una locura pero, su sola presencia era brutal, aunque estaba claramente deprimido y casi moribundo de pena a Luffy le gustaba demasiado, no lo conocía pero le gustó todo de él, ese delicioso aroma que desprendía, no podía olvidarlo y ahora que inunda sus pulmones le provoca una sensación embriagadora.

Mordió su propio labio inferior y miro a ambos lados antes de decidir meter la mano dentro de su pantalón, el pasillo esta vacío y todos parecen demasiado interesados en lo que sucede abajo en la oficina del señor de la casa, no entiende nada y no quiere entender ya saben, no le importa.

Se tocaba solo lo suficiente como para sentir ese ligero cosquilleo invadir su vientre, no emitia ningún sonido y solo acariciaba con sus dedos entre sus bolas, era inevitable para Luffy no actuar como un pervertido, era demasiado impulsivo y si algo le gustaba o le causaba placer no lo dudaba en lo absoluto, tampoco era un pervertido en público claro que no, había una imagen que mantener ya que ser el menor de los nietos de esa familia tan prestigiosa de marines tenía su peso y Garp jamás perdonaría una actitud así.

Mi Gran AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora