Ocho

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-Cinco hombres escapuchados irrumpieron otra vez en uno de los centros comerciales que se encuentran en la zona verde, hubo pánico y el incidente termino con tres personas heridas - comentó Nico Robin con profunda seriedad hacia su padre

-¿Zoro ya lo sabe? - frunció el ceño agudizando su mirada, leyó nuevamente el titular de la portada del diario frente a sus ojos.

-el no contesta, tenemos que hacer algo al respecto, no podemos dejar a Zoro solo en esto.

-bien, tienes razón - gruñó con voz seca - consigue a uno de esos delincuentes, yo mismo me encargaré de sacarle la información - Robin asintió - y vuelve a llamar a Zoro, lo necesito ya en mi oficina.

-si...

-

Fueron dos largos días para el rubio, su intenso ciclo de calor finalmente estaba llegando a su fin, especialmente cuando despertó aquella segunda mañana tan fresco como una lechuga, se sentía lleno de vida y extrañamente feliz. Fue el primero en despertar un poco confundido observó a todos lados, un poco somnoliento y despelucado finalmente se dio cuenta de que estaba solo en aquella habitación, qué por sierto, no era la suya

-¿Donde estoy? - murmuró aun un poco confundido y adormilado.

Se acomodo y puso ambos pies sobre el suelo, dispuesto a levantarse pero hubo la primera cosa que llamo su atención, estaba completamente desnudo, la segunda es que había marcas rojas por todo su cuerpo, poco a poco en su mente aparecen todas las imágenes tan claras y nítidas de Zoro y él en esos dos días de intensa pasión, dio un salto con las mejillas horriblemente rojas, muerto de la vergüenza e incapaz de creer lo realmente lo que paso se dio cuenta de que en realidad si habían una parte de su cuerpo que no estaba tan relajada, se fue de rodilla al suelo de una vez, no tenía fuerza en su piernas y sus caderas le duele de forma terrible, pero lo que termino por espantarlo sin más fue la increíble cantidad de líquido espeso y viscoso que comenzó a salir desde su trasero. Cubrió su boca con espanto.

-¿qué fue lo que hice? - se pregunto lleno de pánico.

-¿de verdad lo hicimos?...

-¡claro que si, idiota! - se reprendió.

Volvió sobre sus rodillas a la cama y se levanto apoyándose en ella solo para volver a subirsea, se recostó boca abajo y de una vez sus sentidos quedaron inundados por el olor de esa cama, el olor de Zoro que esta por todo el lugar, lo ayudaron a relajarse un poco.

-no puedo creer que actué de esa forma... - murmuró.

Ahora lo recuerda todo, como se le avanlanzo, la forma en que desesperado por su rico olor termino chupando su pene y diciéndole que porfavor se lo follara más y más, otra vez se enrojecido, como se sintió cuando al final le pidió que se lo hiciera sin el preservativo y lo mucho que le gusto ser llenado por la esencia de ese hombre, se dejo llevar por completo a ese sentimiento de que con Zoro si podría tener un pequeño bebé y envuelto en esa ilusión fue el mismo quien le pidió que no se contuviera.

Suspiró profundamente escondiendo el rosto en la almohada - como si eso fuera a pasar... - murmuró abatido por la realidad.

La puerta de la habitación se abrió, Sanji se sobresalto y volteo a mirar en su dirección encontrándose con el mismísimo peliverde, quien vistiendo solo un holgado pantalón cargaba una bandeja en sus manos. Sanji lo observó detenidamente hipnotizado por su escultural abdomen, sus fuertes y musculosos brazos, su pecho, bajo la mirada hasta su ombligo y se detuvo en sus caderas, la forma que tenían y como se perdían dentro de ese pantalón que en realidad no dejaba mucho a la imaginación, y allí resaltaba su ahora flácido pene meneandose de aquí para allá a medida que se acercaba, se cubrió el rostro con horror.

Mi Gran AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora