Trentaiuno

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En aquella pequeña habitación, un joven médico aprendíz llamado Chopper cambiaba los paños húmedos de la cabeza de Sanji quien hoy había mostrados señales de mejora, se quejaba al dormir y eso significaba que le dolía por lo tanto estaba bien, bueno "bien". Abrió un poco los ojos lo suficiente para notar que el lugar estaba en penumbras, se sentía confundido y le dolía demasiado el vientre, lo palmeo un poco con suavidad y fue ese el detonante para que abriera los ojos de golpe logrando espantar al chiquillo que cuidaba de él, movió la cobijas para quitarlas de su cuerpo y se levantó la camisa, tenía una cicatriz grande y fresca pero su panza ya no estaba abultada por lo menos no tan abultada como antes

-¿dónde está? - preguntó lleno de pánico, el chico solo negó con la cabeza y salió de la habitación.

Sanji entro en más pánico aun e intento levantarse pero su cuerpo completo dolía horrores y se sintió muy mareado.

-donde esta mi bebe - murmuró con dificultad.

Sintió un dolor punzante en el pecho que lo adormeció poco a poco.

-donde esta... - repitió sintiendo como sus ojos se cerraban nuevamente.

Había estado así durante todo el día, despertaba solo para preguntar algo que Chopper no sabía y volvía a caer, estaba muy desestabilizado y eso era peligroso así que el chiquillo decidió seriamente cedarlo y ponerlo a dormir para que ya no se moviera pues su herida se había abierto un par de veces haciendo todo más complicado.

Kureha llego por la noche acompañada de esa mujer Nico Robin quien prácticamente la obligó a llevarla donde estaba el rubio, se sintió muy aliviada cuando lo vio y se aproximó a él rápidamente para acariciar su mejilla.

-voy a llevármelo - sentenció.

-esta muy débil...

Robin paso de ella y marco un número dando instrucciones y espero, solo un hora después había traído a un equipo completo para llevarse a Sanji, ignoro todo lo que le dijo la vieja mujer y se fue sin decir nada más que "después arreglaremos cuentas"

Lo primero que hicieron una vez llego a casa fue llevarlo junto a Zoro, lo recostaron a su lado y allí fue tratado con cuidado por algunos médicos, quienes aseguraron que estaba en perfectas condiciones, pero que seguramente estaría traumado por lo sucedido.

No podían saber si el bebé estaba bien o no, pero si que se respiraba un ambiente gris y triste con la noticia de que no estaba donde tenía que estar, todos miraban con tristeza aquella habitación esperando el momento en que alguno de los dos despierte

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-¡señor Akainu, señor! - exclamó un muchacho irrumpiendo de golpe en la oficina de uno de los directores principales de la Marina.

El hombre en cuestión se sobresalto demasiado, lo suficiente como para meter a la chica que se encontraba arrodillada entre sus piernas bajo su escritorio y rápidamente hacerle seña de que guarde silencio.

-¡te he dicho que no me molestes! - exclamó golpeando la mesa con uno de sus puños.

-¡lo sé señor! Pero...

-¡quien es el que no debe molestar! - alzó la voz el hombre que venía atrás.

Los ojos de Akainu se abrieron tanto que Sengoku pensó que se le saldrían, alzó una ceja y termino de entrar por completo, el muchacho que abrió la puerta primero se fue dejando a los otros dos "solos"

Mi Gran AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora