3. El trabajo

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Salgo de la casa con la mochila colgando en mi hombro y mis audífonos reproduciendo a Morat a todo volumen, la cámara que me regalo mamá por mi cumpleaños cuelga de mi cuello por si se me cruza algo que fotografiar en el camino.

"Bajo la mesa de Sebastián Yatra y Morat" resuena por mis audífonos que llevo colgados en mi cabeza. Hoy decidí levantarme algo temprano para ir in momento al supermercado a comprar cosas que es verdad me gusten porque mayormente lo que papá tiene en casa es integral o salado.
Creo que esta llevando alguna dieta o que se yo porque no le encuentra lógica a tantas cosas saludables.

El si quiere llevar una vida sana, no como tu que parece que quieres morirte de una sobredosis de azúcar.

Al pasar por el parque me detengo un momento para comprar un helado se fresa antes de seguir con mi camino hacia el supermercado.

Ves lo que te digo, te vas a morir, niña.

Cuando llego al super agarro un carrito de donde están situados y me adentro en los grandes pasillos del super y comienzo a agarrar cosas que necesito y para que negarlo, algunas que claramente no son necesarias.

Cuando termino de entrar todo lo que necesito en el carrito, me adentro en el área de juguetes a ver si encuentro algún peluche bonito que pueda agregar a mi colección en casa de mamá. Cuando tenga hijos algun dia, si es que los tengo, todos esos peluches que he estado coleccionando desde pequeña quedaran para ellos.

Paso por los tramos viendo a mi alrededor por si encuentro alguno que me interese pero ningún llama mi atención o simplemente ya los tengo en casa en casa de mamá en Montpelier.

Casi chillo de la emoción cuando a unos cuantos pasos de donde estoy veo o el peluche de rapunzel que tanto he buscado para mi colección.

Dejo el carrito a un lado con rapidez y me acerco al peluche admirandolo un poco mas antes de estirarme un poco para alcanzarlo porque esta en lo ultimo de los tramos y hasta aya no llego si no me alzo en puntitas.

Casi que los puedo tocar con mis dedos,  casi lo siento entre mis manos, pero cuando creo que lo alcanzare unas grandes y venozas cruzan por encima de mi cabeza. Observo con total asombro como agarra el peluche entre esas grandes manos sacándolo de mi vista por completo.

Pongo mis pies correctamente sobre el suelo y me volteo para agradecerle a la persona que me ayudo con el peluche.

Cuando volteo y miro a quien esta frente a mi, siento que mis ojos se van a salir de sus órbitas al ver a Caleb.

¿Por qué tengo que encontrarmelo en todos lados?. ¿No podía venir a otro supermercado o por lo menos esperar otro momento?.

Está vistiendo estúpidamente sexy como siempre, con mi peluche entre sus manos y con esa maldita sonrisa que siempre se carga porque al parecer jamas puede dejar de sonreír o al menos cuando esta a mi alrededor porque con las otras personas siempre tiene cara de culo.

¿Le doy risa?. De otra manera no le encuentro lógica para que este cln los dientazos siempre afuera cuando me ve. No soy un payaso.

—¿Qué haces aqui? —inquiero con la voz mas dura de lo que pretendía.

—Pues por si no ves estamos en un lugar publico —señala a nuestro alrededor como si fuera una tonta que no sabe ni donde esta parada.

Ese estupido, me dan ganas de matarlo.

—Lo que sea —me cruzo de brazos con una expresión de aburrimiento adornando mi cara. Me quedo mirándolo repasandolo con algo de disimulación de arriba abajo; la verdad es que aunque el chico me caiga mal eso no le quita lo bonito que es, tiene el pelo mas negro que jamas haya visto en mi vida y la piel tan pálida que no parece real, pero lo que mas me gusta de el son sus ojos, son tan hinoptizantes y tan hermosos.

Te quiero idiota (Borrador)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora