Abro la puerta del departamento y entro arrastrando los pies, las ganas de tirarme a la cama y no levantarme nunca son fuertes y luchan porque haga caso. La universidad me tiene consumida completamente, apenas y tengo tiempo para dormir o comer algo.
Arrastrando los pies y con la mochila colgando de un lado me dirijo a la sala donde me dejo caer sobre el gran sofa gris frente al televisor. Tiro la mochila a un lado y me acaricio la cabeza, estoy muy cansada, me duele todo el cuerpo y creo que voy a enfermarme porque hace rato que vengo sintiendome mal de la garganta.
Antes de ayer me moje un poco con agua lluvia porque Caleb no había podido irme a buscar a la universidad y el bus ya había pasado, supongo que los efectos están saliendo a flote ahora.
Estoy en mi ultimo año de carrera expesificamente en mis exámenes finales y estoy cansada hasta mierda. Estos años no fueron nada fácil, pero al final estoy logrando lo que siempre quise, convertirme en una gran fotografa.
—Caleb —retiro los tenis de mis pies —mueve tu culo aquí que ya llegue.
Levanto mi cabeza un poco mirando al pasillo desalojado y sin señales de mi hermoso novio. ¿Donde andará metido? Juro que si esta jugando ese estupido juego de zombis de nuevo voy a arrancarle la cabeza. Cometi el error de regalarle una PS4 en su cumpleaños número 22 y se ha vuelto un vicio estar pegado de esa cosa.
—Caleb —llamo nuevamente, pero esta vez con mas exigencia.
Tiro mi cabeza sobre el respaldo del mueble al verlo salir del pasillo y caminar hacia mi con esa sonrisa que lo caracteriza.
"Pero solo contigo tiene esa sonrisa".
Y así es como debe de ser, mi querida y adorada conciencia. No puede siquiera pensar en sonreírle a otra o tendremos un grave problema.
Se para frente a mi y abre sus brazos en una clara invitación a que me levante a darle un abrazo. Sonrio como una tonta y hago lo que quiere, me levanto del mueble y acortó la distancia entre los dos. Envuelvo mis brazos alrededor de su cintura y pego mi cabeza a su pecho, sintiendo los latidos de su corazón contra mi oído.
—Bienvenida a casa de nuevo, Principessa —da un suave beso contra mi cabeza —te extrañe.
—solo fueron unas cuantas horas, Caleb —levanto mi cabeza y apoyo mi barbilla sobre su pecho —no seas dramatico.
Se rie y me da un besito en la punta de la nariz -demasiado tiempo.
—Yo tambien te extrañe —admito con las mejillas sonrojadas.
Aun cuando llevamos cuatro años de novios y dos viviendo juntos oficialmente, no puedo dejar de avergonzarme cada que le digo algo lindo. Es como si mis mejillas fueran incapaces de mantenerse normales y no ponerse rojas en esas situaciones.
—Pues claro que me extrañas. Princippesa, no puedes vivir sin mi —ese egocentrismo jamás se le ira.
Caleb y yo nos mudamos en un departamento un año después que yo me transfiriera de universidad a una aqui en Italia. Fue la mejor decisión que pudimos haber tomado ambos y hasta ahora lo llevamos bien. Al principio no fue nada fácil porque no era algo que habíamos hecho nunca y conseguir un departamento tampoco fue facil, pero al final encontramos uno cómodo, lindo y que nos gustó a ambos.
Aun puedo recordar su cara cuando me aparecí de sorpresa en su casa, se puso tan feliz cuando le di la noticia de que iba a comenzar a vivir aquí oficialmente, me abrazo, me beso y luego se hecho a llorar como el llorón que es, pero así lo amo.
Kiara me dio trabajo como habíamos hablado antes de que viniera aquí y nos esta yendo muy bien. La cafetería ha cambiado y ha crecido mucho, hemos hecho una nueva decoración y hemos ampliado el menú y a los clientes les ha encantado. Cris de vez en cuando se pasa por ahi a ayudarnos a atender clientes y no puedo decir que eso haya salido realmente bien. Cristian es demasiado bocazas y todo lo que le llega a la cabeza lo suelta para afuera y eso a los clientes no parece gustarle. Hace unos días vio a una clienta con unos leggins del gyms y una [...] y como el chico sincero que es, fue y se acerco y le dijo lo feo que le quedaba.
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Te quiero idiota (Borrador)
Short Story"Todo fue tan espontáneo, tan natural, que ha ninguno de los dos nos pareció raro que, de pronto, mi mano estuviera en su mano y que nos miraramos a los ojos como dos tontos." _Mario Benedetti