Capítulo Nueve: Ayuda indirecta.

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—. Sus defensas están bajas —. Comentó un extraño encapuchado, controlando los signos vitales de México que se hallaba inconsciente en una cama. —. Iré a comprar unas cuantas cosas si no quieres que tu hijo vaya al más allá.

—. Bien, yo me quedaré aquí, quizás despierte.

—. No lo asustes, háblale tal y como lo hiciste hace rato y todo estará bien.

España asintió y tomó su celular para comenzar a ver las redes sociales.

No había nada bueno, claro, a excepción de la noticia del momento.

La traición del estadounidense.

En realidad lo que sentía USA le importaba poco, los beneficiados aquí eran Rusia y Perú.

Si podía notar que estos se hallaban aliviados y un poco más libres.

Era bueno que lo disfrutaran.

Observó a México al frente suyo sin creer que este haya sido capaz de engendrar a un hijo después de lo sucedido hace siglos.

Suponia que la obsesión con USA, se había salido de control en aquel entonces.

Pero como estaba aquella obsesión ahora?

USA parecía querer cambiar su camino, pero México... era complicado.

Esto le convenía, puesto que podía moldearlo como él quisiera.

España cerró los ojos unos momentos.
Su mente se hallaba en blanco, esto era apropósito.

Podía sentir que México iba a levantarse pronto, por lo que se acercó hincandose al lado de la cama, juntando sus manos simulando una especie de oración.

Tal y como lo predijo, México tomo conciencia y lo observó al lado, asustandose de inmediato.

—. Oh... Gracias a Dios despertaste —. Exclamó España abrazándolo. —. No hagas tanto esfuerzo, el doctor que te reviso dijo que estabas muy débil...

México quedó en silencio , temblando ligeramente.

Tenía náuseas, y un malestar por todo el cuerpo.

—. Cálmate... México, no pienso hacerte nada malo....

El mencionado intentó levantarse, pero su cuerpo pesaba demasiado.

Esto lo angustió, no podía moverse.

Estaba en un lugar desconocido, junto a España y sin poder moverse.

Rápidamente sus ojos comenzaron a llenarse de lágrimas.
Su corazón comenzó a acelerar.

Le costaba respirar debido al ataque de pánico por el que estaba pasando.

—... Q-Qu... G.. G... N.. —. Intentaba pronunciar las palabras, pero solamente balbuceaba.

Era horrible.

—. México —. Llamó el español tomándolo de las manos —. Porfavor, tranquilizate. Quieres que llame a alguien? Eso te haría sentir más cómodo?

México seguía sin contestar.

España tomó su teléfono dándoselo al mexicano.

Le dio la total libertad de llamar a quien sea, con tal de que se calmara.

Pese a esto, la fusión de emociones, tanto aterradoras como deprimentes, en México, evitó que si quiera pudiera agarrar bien el celular.

—. El doctor dijo que estas débil, es por eso que no puedes controlar tu cuerpo como quieres... —. Indicó el español —. Estuviste descuidando tu salud... entiendo que la preocupación por todo lo que esta pasando es grande, pero no puedes hacerte tal daño México. —. Mencionó mientras acariciaba su mejilla suavemente.

FINDING FORGIVENESS Donde viven las historias. Descúbrelo ahora