Capítulo Treinta y Nueve: El Banquete

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—. Media hora y la anestesia dejará de hacer efecto. —. Dijo OMS al lado de ONU observando a España.

Este último se hallaba viendo a ambos, sin poder hacer algún movimiento.

—. Cuando te levantes, te conviene ser obediente. —. Continuó la organización alzando un pequeño control —. Si no quieres que te caiga una fuerte descarga eléctrica.

—. Sacarás energía de eso también? —. Preguntó ONU con una expresión seria y con palabras directas. —. Intentarás llamar a "Cruz"? Inténtalo. Así nos lo pones en bandeja.

España los veía sin poder articular o gestionar nada.
Odiaba que en aquel momento, ellos realmente fueran superiores.

De lo que se arrepentirían por haberse entrometido en su cena.

El odio que generaba en ellos no era lo suficientemente adictivo para él. No podía alimentarse de ellos. Eran estorbos.

Él ahora debería de estar generando miedo, terror y repulsión en sus dos pequeños hijos.

De todas formas él se lo buscó al no ser paciente y querer salir de las instalaciones de OMS sin tener que esperar más años.

—. Vamos, ONU —. Susurró la organización de salud.

El tiempo corría, la anestesia dejaría de hacer efecto en unos minutos más.

—. Vas a desobedecer tus propias reglas... ONU —. Dijo el español haciendo un esfuerzo sobrehumano al verlos en la puerta de salida. —. Quieres matarme... y estás buscando la forma de hacerlo. Eso no iría en contra de mis derechos?

ONU se detuvo para verlo.

—. Tienes un historial de delitos innumerables —. Indicó la ONU viéndolo fijamente —. Y existe la pena de muerte, España.

—. ¿Quieres oír mis planes? Pienso salir de aquí.... sin importar si para eso debo acabar con todos a mi alrededor. Incluidos ustedes.

OMS tomó de la mano a ONU, para retirarse de la habitación.

Si se quedaban ahí un minuto más, sería peligroso.

Ambos se dirigieron a un centro de control, alejado de aquel espacio creado únicamente para España.

Al ver las cámaras, vieron que este ya estaba de pie, estirando un poco sus brazos después de aquella larga siesta.

Exploraba todo a su alrededor con curiosidad.

Podía sentir las energías de cada trabajador en el plantel, sin embargo no las de ONU y OMS.

Ya conocían el diámetro de su habilidad. Se habían prevenido.

—. Estás intentando hallar una salida —. Dijo ONU por medio de un intercomunicador.

—. Así es. Si colaboro con ustedes, estaré provocando mi muerte. Te dije que el ser humano hace lo que sea por sobrevivir. ¿Lo olvidaste?

—. ¿Tú eres humano?

—. Me sorprende lo mucho que he llegado a confundirte. —. Respondió España con una sonrisa para tomar asiento en el frío suelo de la habitación. —. Claro que pertenezco a esa especie asquerosa y destructora a la que llaman... humanidad. Soy igual que ustedes... con la única diferencia de que tengo más conocimientos. Y saco provecho de ellos.

—. Que clase de conocimientos. ¿Hablas de las energías?

—. De las energías... de las influencias. —. Dió un suspiro para luego alzar la mirada hacia un punto específico de la habitación. Había encontrado una de las varias cámaras que habían —. Tú sabes... ¿Cual es el sentido de vivir?

FINDING FORGIVENESS Donde viven las historias. Descúbrelo ahora