Capítulo Treinta y Ocho: ¿Otra Vez?

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URSS regresó a su casa, alterado.
No sabía como controlar sus emociones y pensamientos.

La mirada de ese niño...

Era la misma de Rusia.

La misma expresión de dolor y tristeza que reconocía en el rostro de su hijo, la vió reflejada en el hijo de América.

Lo detestaba tanto.
Era astuto al aprovecharse de cualquier situación vulnerable para enaltecer su "amor paternal".

Esa actitud no era más que una de sus malditas mentiras para conseguir lo que realmente deseaba.

Haciéndose el buen padre se ganaría el corazón de todos aquellos que lastimó.
Incluso lo usaría de excusa para fortalecer sus enfermizos sentimientos hacia Perú manteniéndose tan cerca a él.

Cínico de mierda.

Si tan solo hubiera una forma de destruirlo. De desaparecerlo.
De borrarlo de la vida de Perú Y Zephyr.

Pero claro que la había.

España dijo que tenía la solución a ese problema.

¿España podría ayudarlo?

Si era así estaba dispuesto a ayudarlo a escapar con tal de...

¿Pero en que estaba pensando?

Rápidamente se dió cuenta que estaba perdiendo la cabeza.

Tomó su teléfono con desesperación para hacer una llamada.
Una llamada que sabia que lo reconfortaria.

—... Francia?

—. Ahora que hiciste, URSS... —. Respondió el francés con algo de sueño.
No era común que lo llamara a tales horas de la noche.

—. Podrías esperarme en tu aeropuerto?

—. Estás de regreso? Justo ahora?

—. Estoy saliendo.

Francia conocía a URSS, el motivo por el cual le pedía estar en el aeropuerto, era para recibirlo en un instante y no perder el tiempo yendo a su hogar.

Dió un suspiro y le dijo que lo esperaría.
Ambos cortaron la llamada.

URSS tomó su abrigo para luego subir a su auto y conducir hasta la zona de despegue del Jet que lo llevaría rápidamente con Francia, el único que podía hacerlo entrar en razón.

Si ya había llegado al extremo de intentar manipular a Zephyr, no iba a caer tan bajo pidiendo ayuda al español.
Debía quitar esa idea de su cabeza, no considerar las ventajas o bajas que podría generar.
Simplemente era un claro NO. No podía pedir ayuda a un ser tan despreciable para caer en su juego.

[....]

A la mañana siguiente, Zephyr despertó al lado de su hermano, quien aún dormía.

Se levantó sin hacer mucho ruido y fue al baño a lavarse el rostro.
No había sentido que Kenneth se había acostado a su lado.
Quedó dormido hablando con su padre, Rusia.

Estiró un poco sus brazos y salió del baño para volver a ver a Kenneth.
Se esperaba verlo despierto, pero ese no fue el caso.

Su hermano seguía profundamente dormido.

Lo arropó bien y le dió un pequeño besito en la cabeza.
Luego salió de la habitación, juntando la puerta, dirigiéndose al cuarto de su mamá.

Como vió que la puerta estaba abierta, supuso que ya no se encontraba ahí, sino en la cocina, preparando un rico desayuno.

Bajó las escaleras y se dirigió a la cocina para saludar a su mamá con un abrazo.

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