FINDING FORGIVENESS

Capítulo Veintiocho: ¿Estás bien?

—. A Rusia lo van a linchar cuando vuelva y a USA lo están usando como juguetito antiestrés... me voy a quedar sin papás :( —. Dijo Zephyr algo deprimido.

—. Pues te quieren linchar a ti también por decir tonterías.

—. ¿Tonterías?

—. Cómo se te ocurre decir que Rusia y mi madre se van a casar? Lo único que haces es subirle a la tensión.

—. Pero es cierto. Ellos se quieren mucho, en cualquier momento pueden venir con la sorpresa de que están casados! Oh incluso algo mejor... Podríamos tener otro hermano!!!

—. CARAJO.

—. ¿Por qué te molesta tanto? Conociéndolos es lo más probable u.u

—. Aaahh.... Lo peor de todo es que, sí, tienes razón...

Kenneth llevó sus manos a su rostro en modo de frustración y algo de enojo.
Nada impedía que esos dos puedan traer al mundo a otro niño.

Estaba seguro que no les importaría hacerlo incluso en medio de este problema.

Todo por "amor".

—. Vaya estupidez.

Y si tuvieran un hijo, ¿tendría una vida tan miserable como la suya al lado de México?

Pobre niño.

—. Kenny... ¿Estás bien? —. Preguntó su hermano al no verlo reaccionar.

Kenneth asintió tomando algo de aire para después dar un suspiro y bajar sus manos.

—. Quisiera haber tenido tu suerte.

Susurró con una ligera sonrisa, dejando en silencio a Zephyr, quien simplemente escuchaba con atención.

—. Desearía que... Perú fuera mi madre.

Hubo un silencio en la habitación.

El menor quedó sin palabras, mientras que su hermano mayor bajaba la mirada.
Aquella confesión era sincera.

Ahora entendía por que Zephyr deseaba que sus padres estuvieran juntos.

Ambos se complementaban a la perfección. Eran como las piezas de un rompecabezas, solo encajaban entre ellos.

Desearía ser hijo de Perú y vivir aquellos momentos que hasta ahora habían pasado los cuatro.

Zephyr se acercó a él para darle un abrazo.
Esto lo ayudó a sentirse algo mejor, pero de todas formas no podía evitar comparar a su madre con Perú.

—. Por qué me odia tanto...?

Preguntó en voz baja, correspondiendo el abrazo de Zephyr.

Estuvieron así un rato.
Kenneth adoraba los abrazos de su hermano. Podía quedar dormido en medio afecto de lo tranquilo y pacífico que se sentía.

Pero tenía que comentarle sus planes.

Le dió unas cuantas palmaditas a Zephyr, quien se levantó observándolo.

Kenneth le dijo que le había dicho todo sobre su hallazgo a Rusia.
Pero antes de que Zephyr se enojara, le dijo que gracias a él ahora sabían donde se hallaba con exactitud el lugar de la manta.

Zephyr sonrió muy contento.

— ¿¡Enserio!?

El mayor asintió, contándole el motivo de la salida de Rusia.

Al tener el instrumento, buscarían alguna excusa para salir, así que debía actuar los más natural posible.

Esta vez irían junto a Rusia por lo que estarían un poco más seguros.