Capítulo 19

409 50 134
                                        

M i a

Harry ni me miraba estaba pateando el suelo y bufando tras murmullos que se decía así mismo.

- ¿Me quieres decir ya qué pasa? Porque solo te has dedicado a insultarme y darle patadas a piedras imaginarias- exclamé algo exasperada.

- Que eres una estúpida, Bella. Eso pasa- acusó.

- Te repites y te estás pasando.-acusé señalándolo. No entendía que había dicho tan grave como para que Sam huyera y mi hermano estuviera tan enfado conmigo.

- Sam no tiene familia, siempre ha estado dando saltos de familia en familia en casas de acogida. Estas son las primeras navidades que va a vivir de verdad, Mia. Me estaba dando las gracias por eso y vas tú y sueltas ese comentario de mierda atrayendo todos sus fantasmas- hablaba tan atropelladamente que me costó seguir el hilo de lo que decía, o quizás me dolía muchísimo y desconecté.

Me había quedado en shock. Tenía una punzada de dolor en el pecho y sentía un escalofrío recorrer toda mi espalda. La he cagado muchísimo, en la vida querría hacer sufrir de ese modo a alguien, con tan solo una frase, cargada de palabras tóxicas y contaminadas. Y mucho menos a Sam, porque ella...Me subí a mi bici y abandoné la cala a pesar de los chillidos de Harry pidiéndome que Sam necesitaba espacio. Yo necesitaba a verla y disculparme para volver a respirar.

Me dirigí al pueblo a ver si la encontraba. Me sentía muy culpable y no quería imaginar lo que estaba sintiendo ella en ese momento. ¡Soy estúpida!. ¡Dios!. Solo yo me encargo de alejarla cuando da un paso hacia mí.

La busqué por todo el pueblo con desesperación. Estaba exhausta y me quemaban los pulmones por el esfuerzo. Anoche volví a sufrir de insomnio y volvía a estar sin fuerzas. Una lágrima se deslizaba por mi mejilla por la frustración y desesperación de no encontrarla.

- ¡Joder!- maldije golpeando el manillar de la bici. Winchest nunca me había parecido tan grande hasta hoy.

Finalmente me rendí y decidí volver a casa, creo que estuve como dos horas buscándola y de esas dos estuve treinta minutos en la estación esperando que el autobús saliera de la ciudad por si le daba por aparecer por allí.

Llegué a casa agotada, no podía pedalear un kilómetro más. Cuando entré Harry estaba bebiendo una limonada en la cocina.

- ¡¿Cómo puedes estar tan tranquilo?! ¡Eres un amigo de...!.

- Lleva como una hora en la habitación, enterada.- escupió fulminándome con la mirada.

- Gracias por avisar- sonreí con ironía y le di la espalda para subir a mi habitación. Nuestra habitación.

Toqué la puerta de mi habitación. Creo que era la primera vez que lo hacía. Había metido tanto la pata que no quería seguir cagándola. Tantos meses compartiendo tiempo con Sam y ni siquiera sabía esta parte de su vida. Es verdad que nuestra relación era como una montaña rusa, pero ahora ansiaba saber más de ella y que se abriera más conmigo.

- Harry, pasa- pronunció desde el interior de mi cuarto.

Tomé aire, abrí la puerta y asomé la cabeza. Cuando sus ojos se encontraron con los míos apartó la mirada. Estaba sentada en mi puf con un libro de poesía entre sus manos. Estaba tan cansada y mareada que no distinguí de qué libro se trataba.

Me acerqué hasta sus pies y me tiré en el suelo, recuperando el resuello. Todo me daba vueltas, pero tenía que aguantar y disculparme. Me puse de rodillas, quedando a su altura y obligándola a mirarme. Vi como se inclinaba para levantarse, pero no la dejé. Apoyé mis manos sobre sus hombros.

La PlaylistDonde viven las historias. Descúbrelo ahora