Capítulo 31

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Samantha

Habían pasado semanas desde mi punto final con Mia, y creo que nunca había sentido nada similar a lo que sentía al verla. Era una punzada de dolor constante, yo no lloraba con facilidad, pero al salir de esa habitación me derrumbé y tuve que salir con la moto en busca de oxígeno. Al volver me encontré saliendo de la residencia a Eric, haciendo el dolor de mi pecho aún más profundo. Apenas intercambiaba palabra con Mia en la pista de atletismo, que era dónde más solíamos coincidir, y de resto no nos cruzábamos mucho, era como si no viviera en la residencia. Le había pedido a Alice no hablar del tema y lo había respetado a regañadientes. Para mí Alice era importante y no quería que ahora nuestra amistad se fuera a pique por lo ocurrido con Mia.

La actitud de Mia hacía mí no sabría definirla. La pillaba observándome de vez en cuando, apartaba la vista en cuanto nuestros ojos conectaban y en cuanto podía se escabullía como si mi mera presencia le molestara. Estaba claro que la culpabilidad le pesaba. Me sentía utilizada, había vuelto a ser la Sam fría y distante con el mundo. 

Con Eric me costaba estar como siempre, pero hacía un esfuerzo, porque él no tenía culpa de nada y era como un hermano para mí. Nos conocemos desde pequeños y desde  que lo hicimos somos como dos hermanos, inseparables. No iba a permitir que el hecho de que tuviera algo con Mia rompiera nuestra amistad.

- ¿En qué piensas?- Me interrumpió Harry desde el otro lado de la barra.

- En qué ponerme en la fiesta de esta noche, en la competición de la próxima semana, en las prácticas de fisioterapia que tengo en breve...-comencé a canturrear mientras exprimía con algo de fuerza la galleta que tenía en las manos.

- Me agobio solo con escucharte- se quejo en un tono dramático y burlón, despeinando- me voy al almacén- desapareció escaleras abajo y me dejó envuelta en mi maraña de pensamientos.

Sonó la campana de la entrada y llevé mi vista hacia la puerta. Mierda, era ella. Estaba radiante con un vestido de tirante de flores y unas converse blancas con el pelo suelto revoloteando por todos lados. Cruzó su mirada conmigo, se la sostuve como había hecho en numerosas ocasiones y por primera vez en semanas no la evitó. Al contrario, alzo el mentón con sola hacer para darse valentía así misma ante el resto. No me gustaba que lo hiciera conmigo, sabía querámoslas una pose fingida. Pero yo ya no era nadie especial para que fuera transparente conmigo. ¿Acaso había sido especial en algún momento o un mero juego?

- Hola- saludó con dulzura y desvió su mirada por todo el local- ¿Está mi hermano por aquí?- preguntó con nerviosismo. No era la Mia que conocía, desafiante, cabezota y achispada. Se mostraba pequeña y diría que algo asustada. ¿Desde cuándo había pasado yo a ser la mala de la película y generarle ese  sentimiento? Si tanto le iban acarrear sus actos que no lo hubiera hecho, aunque agradezco a Gus el haberme mostrado la realidad de quién es Mia Olsen.

Cogí aire antes de contestarle. Era insoportable hablar con ella como si fuéramos dos extrañas, o simples compañeras de equipo o residencia. Pero es como nos tratábamos últimamente. Y yo no no podía culparla de por vida, porque nunca definimos ni hablamos nada. En algún momento lo superaría y aceptaría su relación con Eric. 

O no, me desagradaba mucho imaginarla con él. 

- Está en el almacén- solté lo que tenía entre las manos y me asomé- ¡Rubio!- grité y al momento me mordí la lengua, así es como la llamaba a ella- Tu hermana está aquí.

Harry sabía que algo había ocurrido entre nosotras, pero no sabía el qué. Y yo no me veía con fuerzas de decirle: tu hermana me ha puesto los cuernos con mi unos de mis mejores amigos. Aunque realmente no fueron cuernos porque no definimos nuestra relación, y a la vez siento que he perdido un pilar que me empezaba a ilusionar y llenar la vida de color. Él subió corriendo del almacén con algo de apuro.

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