Capítulo 32

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M i a

El ambiente fuera era gélido y oscuro. O quizás era como me sentía yo en ese momento que le quitaba el color a todo a mi alrededor. Demasiado drama para un cuerpo tan pequeño, tengo que dejar de mortificarme de este modo.

Vamos Mia, dime qué te ocurre.- insistió Eric abrazándome- Por favor- suplicó acariciando mi espalda.

En poco tiempo se había convertido en un apoyo incondicional junto con Alice. Desde la noche que vino a disculparse a la habitación se ha interesado por mí, porque esté bien y que me distraiga, sin ni siquiera saber qué me pasaba. Era un buen chico y sé que no se estaba comportando así para lograr algo conmigo, se ve que le salía de dentro. Era especial y entendía porque Sam le tenía tanto aprecio.

-No puedo...- sollocé en su pecho.

Hizo presión en mis hombros para separarme ligeramente de su cuerpo y mirarme a la cara. Limpió mis lágrimas y lo primero que vino a la cabeza tras ese gesto fue, que ojalá me gustara Eric, todo sería más sencillo.

- Sabes que no te voy a juzgar y que no estoy solo para lo bueno, Mia. Puedes confiar en mí.

Medite durante unos instantes si dar el paso de abrirme o no a Eric, creo que se lo merecía y yo también lo necesitaba.

- ¿Te acuerdas cuándo te dije que estaba conociendo a alguien?- ahí voy. Tomo aire y espero su respuesta para que no me de tiempo arrepentirme.

- Si, la persona que te dejó plantada con el vómito de unicornio- comentó repitiendo las palabras de Alice, y no pude evitar reírme.

- Era Sam. Samantha.- solté sin miedo al éxito

Eric abrió los ojos como platos. Creo que se esperaba cualquier otra persona, menos ella.

- Vale, a ver... no me sorprende. Siempre he notado cierta tensión entre vosotras. Y entiendo el por qué de tus lágrimas. Yo también vi el beso.

Asentí y me volví a pegar en su pecho.

- No se que ha ocurrido exactamente entre vosotras... Porque Sam no me ha comentado nada, cosa que me molesta un poco, pero creo que se porque se lo ha callado.

- No le digas nada- acusé.- No quiero que piense que le estoy dando tanta importancia- aclare. ¿Por qué se lo ha callado?

- Por que hubo un momento en el que le dije que iba a por ti- confesó con algo de vergüenza despeinándose un poco el cabello- Aunque te diré que me caes mucho mejor que Karla, ella tiene una mirada siniestra- soltó riéndose y provocando que yo lo hiciera y ambos obviáramos lo que había dicho de que en un momento fui una de sus presas.

- Una pregunta.. ¿Entonces ahora no se hablan?- pregunto frunciendo las cejas.

- Sí, eso es lo peor de todo. Hablamos y nos comportamos como dos desconocidas, como si no hubiera pasado absolutamente nada entre nosotras, duele un poco...bastante.- admití en voz alta.- Pero supongo que no puedo obligar a nadie a quererme, así que tengo que aceptar su decisión y ser una "amiga", compañera de equipo, vecina de residencia...No sé, es una mierda la verdad- confesé con una sonrisa triste.

- Poco a poco. Sabes que Sam y yo somos como hermanos, bueno un día casi lo somos de verdad. Pero igualmente puedes contar conmigo.

- ¿Cómo? Aclara eso.- pedí separándome de él por completo.

- Sam y yo nos conocemos desde que éramos niños, de las casas de acogida. Mis padres murieron siendo muy pequeño y pasé a ser parte del sistema. Con los primeros ojos que me encontré al entrar en mi casa de acogida fueron con los de Sam. Esos ojos azules e imponentes- soltó con una risita tierna.- En seguida conectamos, hacíamos todo juntos y hubo una ocasión en la que nos iban adoptar a los dos juntos, íbamos a ser hermanos y no podíamos estar más felices, pero todo se truncó y la familia solo me pudo adoptar a mí. Sam fingió que no pasaba nada, pero ya sabemos como es, un lío de capas y barreras. Ella siguió rotando de casa en casa hasta cumplir la mayoría de edad y durante ese tiempo nos seguimos viendo casi todos los días.

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