Samantha
Estaba literalmente flipando. Me había besado con Mia y porque ella me lo había pedido con deseo. Siempre escapé de la tensión que había entre nosotras y resulta que Mia también me deseaba. Me miraba con las mejillas encendidas y los labios irritados. Dios, era preciosa.
Se dejó caer en el sofá y se cubrió la cara con un cojín. Como si las luces la cegaran o quisiera ocultar su rostro. Me senté cerca de ella y quité el cojín para mirarla a la cara. Es como si estuviera bajo los efectos del alcohol, pero yo sabía que no había tomado ni un trago. Lo sabía porque me dedico a observarla cuando no se da cuenta.
- Mia, ¿Estás bien?.
- Sí, es la cerveza-mintió y posé mi mano en su mejilla. Ella se apoyó y me miró con ternura.
- No has bebido nada y creo que sé por qué- Tiré suavemente de su brazo y rápidamente se enganchó alrededor de mi cintura apoyando su cuerpo en mí.
- Sácame de aquí..- pidió en un murmullo casi inaudible.
- Nos vamos a dormir- anuncié tirando de Mia fuera del garaje.
Solté a Mia en la cama, se encontraba exhausta. No se soltaba de mi cadera. Estaba pálida. Y yo preocupadísima, no quería presionarla como en el autobús y que me soltara: "no necesito que nadie me salve". Ya sabía que no, Mia era fuerte e independiente y no se dejaba ayudar con facilidad.
Me senté, me puse frente a ella de cuclillas y envolví sus manos en las mías. Me observaba con los ojos entrecerrados.
- Mia, estoy preocupada- confesé.
Soltó un suspiro y tiró de mis manos para que me sentara a su lado.
- Sam, llevo sin dormir casi un mes. Estoy agotada y no puedo más- dijo con los ojos rallados y el tono de voz compungido.
No hacía falta que me explicara mucho más. Sabía por qué no bebía y debido a qué había perdido el sueño. La abracé acunándola en mis brazos.
- Mia, te voy ayudar a poner el pijama, luego me iré a cambiar yo y dormiremos toda la noche, ¿vale?.
- Puedes dormir conmigo aquí- dió unos golpecitos con la palma de la mano en el colchón- En mi cama- afirmó con una seguridad abrumadora que lograba intimidarme.
Asentí y ella sonrió de oreja a oreja satisfecha. Busqué su pijama bajo la almohada. Ella levantó los brazos para que la ayudara con el vestido, estaba súper débil. Me deshice de él rápidamente, mientras se desprendía de los tacones, empujándolos con sus pies. Evité mirarla porque me parecía inmoral observarla tal y como estaba. Ella lo sabía y se reía observándome.
Le puse rápidamente la camiseta y solo vi de refilón su sujetador de encaje negro. Le subí el pequeño short que usaba de pantalón y me alejé de su cuerpo. Ella me miró con los brazos en alto y no sabía que quería.
- ¿Quieres un abrazo o qué?- pregunté divertida.
- Falta el sujetador, Morena.
- Mia...te estás aprovechando.
Sonrió con picardía y la vista cansada. Me acerqué y pasé mis manos bajo su camiseta. Recorrí su costado hasta llegar a su espalda. Mia me miraba fijamente con esos ojos color aceituna. Me detuve en el enganche de su sujetador y jugué un rato con él, pasando mis dedos bajo la tela.
- Te estás aprovechando, Morena- Pronunció cada palabra en un tono pausado y finalizó mordiendo su labio inferior. Maldita Mia. Solo tenía ganas de besarla de nuevo, pero no así. No mientras está mareada y con más sueño que otra cosa.
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La Playlist
Romans¿Alguna vez te has comunicado a través de una Playlist? Un día a Samantha le comienzan a aparecer canciones en su Playlist. No sabe de quién se trata. Podría hacerla privada y acabar con el misterio, pero le puede la curiosidad y comienza a crear un...