Puedes salir con cualquiera,
pasarte la borrachera.
Tatuarte la biblia entera.
No te va a ayudar
para olvidarte de un amor
que no se va a acabar.Me había despertado la primera, había salido de ese piso con los zapatos en la mano y con el móvil sin batería. Nerviosa por lo que había hecho hacía unas horas, quizás Leire estuviera tan normal, como si no hubiera pasado, pero para mí sí había pasado. Había pasado mucho.
El tranvía no tardó en llegar a la estación que había cerca de ese piso, tardaría en llegar veinte minutos a casa, me daría una ducha y me acostaría en mi cama. Con Marcos, seguramente en el salón viendo alguna película que le interesase entre nada y poco.
Tuve que darle un par de vueltas a la llave para abrir la puerta, fruncí el ceño ante eso. Nunca echábamos la llave. Las luces estaban apagadas y no estaba por ningún lado la silla de ruedas de Marcos. Conecté el móvil en el enchufe de la cocina y me senté en la barra esperando a que se encendiera.
Antes de que pudiera meter el pin de la tarjeta sim, la puerta se abrió, dejando ver a un Marcos muy serio y a un Mario aún más serio, hasta cabreado, que cerró la puerta. Los dos me miraron de la misma forma, y, aunque a Marcos le costara decir que ese hombre era su tío, eran clavados. Hasta las mismas expresiones.
− Hola. −saludé, incómoda.
− ¿Acabas de llegar? −preguntó Marcos con las cejas levantadas y la frente aburrida, juzgándome.
− Me quedé a dormir en casa de Leire. −mentí.
− Voy a mear. −me dijo frunciendo la boca.
Tenía un manejo de la silla increíble porque en menos de un segundo ya había subido el escalón y había desaparecido de mi vista. Supongo que prefería echarme la bronca cuando estuviéramos solos. Miré a Mario, conocía tan bien a Marcos que sabía que esa expresión venía de familia, iba a echarme la bronca también.
− ¿Se puede saber dónde estabas? −se acercó a la barra.
− Salí de fiesta. Se me pasó la hora. −reconocí.
− Ya. −se cruzó de brazos y se pasó una mano por la barbilla. −Sabías que Marcos tenía rehabilitación hoy. Menos mal que me he acercado porque no me contestabas los mensajes.
Le enseñé el móvil cargando.
− Si no hubiera aparecido, Marcos se hubiera perdido el primer día de rehabilitación. −me dijo frío.
Torcí la boca y suspiré. Ya lo sabía. Y seguramente Marcos me recriminaría que lo había llevado su tío porque yo no estaba cuando este se fuera.
− Lo siento. −me disculpé.
− Ya. −me contestó. −Mañana también hay rehabilitación. A las nueve. −me recordó. −No sé si llevarlo yo también.
− No hará falta. De verdad. −aseguré.
Mario asintió y miró hacia el baño, Marcos todavía no salía. Se despidió de él con un grito y de mí con la mano, en cuanto cerró la puerta, Marcos bajó el escalón del baño y recorrió la pequeña distancia que nos alejaba. Me bajé de un salto de la barra y me senté en el sofá.
− Sabías que tenía rehabilitación. −me dijo serio.
− Se me olvidó. −reconocí.
− ¿Antes o después de liarte con ese tío? −preguntó enfadado.
No contesté.
− Genial. −susurró ante mi respuesta callada. −Pensé que te acordarías. De la rehabilitación y de que odio ir con ese hombre. −tragó saliva cuando lo nombró.

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Volver a Mar
Teen FictionMar y Marcos han estado enamorados desde que se conocen, pero nunca se han dicho nada sobre eso. De hecho, ambos tomaron caminos diferentes y con personas diferentes, en ciudades distintas. Mar decidió quedarse en su ciudad natal mientras que Marcos...