Capítulo IX: Into you (Ariana Grande).

13 1 0
                                    

Mira lo que empezaste.
La temperatura se eleva aquí
¿Esto pasará?
He esperado para que hagas un movimiento antes de que yo haga uno.

− Me tenías preocupado.

Marcos estaba en la cama, ya acostado, supongo que hasta duchado y cenado, porque no había ni rastro de su novia por mi casa.

No tenía ganas de hablar, no después de ese día que había empezado tan bien con un simple beso y había acabado tan mal, presentándome a Marta en mi propia casa. Y peor aún, me había ido y les había dejado vía libre para acostarse en mi cama. En la cama que yo dormía con él.

− Estaba en casa de mi hermano. −le contesté borde.

Me quité los zapatos bajo su mirada y me fui al baño a cambiarme. Me eché agua en la cara con tal de despejarme un poco, pero no lo logré. Supongo que solo podía lograr despejarme si hablaba las cosas con Marcos de una vez. Había estado callándome todos los años lo que sentía por él. No podía aguantarme más.

− Oye, tu novia...

− No es mi novia. −me cortó. −Terminamos hace un par de meses. −me contó.

− ¿Y por eso viene hasta Alicante? −pregunté saliendo del baño.

− ¿Celosa? −levantó una ceja, sonriente.

− Más quisieras. −me acerqué a la cama. −Has cambiado las sábanas... −bajé la mirada hasta la cama. −Ya veo que habéis terminado. −dije seria, tumbándome dándole la espalda.

Escuché la risa de Marcos en mi espalda. Noté como el colchón se hundía cerca de mí, sentí como se daba la vuelta y me dejaba un brazo sobre mi cintura, como habíamos estado haciendo todas las noches.

− No nos hemos acostado. −me dijo.

− ¿Y por eso cambias las sábanas? −pregunté, intentando zafarme de su agarre.

Me agarró más fuerte, me pegó a su cuerpo hasta que mi espalda chocó con su pecho. Estaba nerviosa, enfadada, indignada. Sentía muchas cosas en ese momento. Y su risita burlona no ayudaba a dejar de sentirme así.

− Lo hemos intentado. −me aclaró.

− No me cuentes esas cosas. −murmuré apenada. −Menos cuando estamos... −me callé de golpe.

− ¿Cuándo estamos qué? −preguntó curioso.

− Ya sabes lo que voy a decir.

No podía pensar que Marcos no sintiera lo mismo que yo. Casi todas las veces que sentíamos algo tan fuerte era correspondido. Me negaba a creerme que Marcos y yo no estábamos sintiendo lo mismo. Él me había besado, me pegaba a su cuerpo y decía todos esos comentarios sobre mí. Era imposible que no sintiera nada por mí.

− No hemos hecho nada, pero lo hemos intentado. −carraspeó, incómodo.

− ¿Puedo preguntar por qué no os habéis acostado? −quise saberlo todo, aunque me doliera.

Lo escuché suspirar y lo sentí tensarse. Tardó tanto en contestarme que pensaba que se había quedado dormido o que me estaba ignorando y no sé que hubiera preferido.

− No se me levanta, Mar. −volvió a carraspear y suspiró, acercándose más a mí.

− Ah.

− Creo que es por el accidente. −se removió detrás de mí. −No siento nada de cintura para abajo.

− Volverás a andar. −le aseguré. −Nos lo dijo la médica. −me di la vuelta y lo miré. −Volverás a sentir. −susurré mirándole.

Volver a MarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora