Capítulo XVI: + (Aitana, Cali y El Dandee).

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Si el primer amor durara para siempre.
Sobrarán recuerdos, faltará tenerte.
Dejas una historia en mí por escribir.

Mar.

Salí de casa cuando Marcos tuvo sesión con la psicóloga. No había hablado con Leire sobre lo que pasó entre nosotras, y tampoco la había visto desde entonces, así que me fui al bar, no sé si me precipité al hacerlo, pero quería hablar con ella.

Cuando llegué, había varias personas desayunando, pero estaba bastante vacío para la época del año en la que nos encontrábamos. Leire estaba atendiendo en mesa, así que me fui directa hacia la barra sin que me viera.

−      Hola. −me saludó alegre, con dos besos. −Ya pensaba que te había tragado la tierra. −se río. − ¿Te pongo algo? −se coló detrás de la barra y empezó a hacer un café.

−      ¿Qué? −pregunté.

Leire se giró y me miró, con la misma sonrisa de siempre.

−      ¿Qué quieres de desayunar? −se apoyó con las manos en la barra. − ¿Un café con leche y una tostada con jamón? −supuso.

−      Sí, eso estaría bien. −me senté en la barra, esperando.

−      Vale. −se volvió a girar.

Sirvió el desayuno a la mesa que estaba atendiendo antes de que yo llegara y minutos después me puso lo que había pedido yo. Se quedó detrás de la barra, pero me comenzó a hablar sobre lo insoportable que estaba Joaquín desde que no estaba, porque a veces tenía que hacer mi trabajo también.

−      ¿Y qué tal Marcos? −preguntó cambiando de tema. − ¿Te echó la bronca por no llegar hasta las mil? −bromeó.

−      Algo así. −bebí un poco. −Es que me perdí su primera sesión de rehabilitación. −hice una mueca.

−      Uff. −frunció el ceño. −Mal, Mar. −puso el pulgar hacia abajo.

−      Oye. −quería sacar el tema. −Lo de la otra noche...

Leire me miró sin entender. Otra persona que quería que le dijera las cosas claras, cuando yo daba mil rodeos antes de hacerlo.

−      Lo del trío. −especifiqué.

−      Ah. −se río. −Estuvo bien. −susurró. −Pero se quedó en esa noche, ¿no? Es lo que vienes a decirme. −presupuso.

−      Sí. −asentí. −No sé, no había hecho antes así nunca.

−      Lo supuse. −sonrió. −No te rayes, nosotras seguimos siendo igual de amigas. −me lanzó una mirada perspicaz. − ¿No?

−      Sí, claro. −afirmé con la cabeza también,

−      Guay. −salió de la barra para atender a otra persona.

Me pasé toda la mañana en el bar, hasta que Leire tuvo el descanso de las doce. Salimos a la puerta del bar, me encendí un cigarro para contarle lo que había pasado esa noche, el día de la boda y todo lo demás. Tenía que contarle a Leire todo lo que me había ocurrido ese día y medio sin vernos.

Se lo conté. A cada cosa estaba más atenta que a lo anterior. Cuando le conté lo de la diseñadora de moda dio un grito, asustando a algunas gaviotas cerca de nosotras. Me felicitó antes de que pudiera decirle que no me había llamado todavía, y que dudaba que lo hiciera. A Helena no le convenía que Alejandra Valero me llamara.

No sé en qué momento también le conté de mi sueño. Con todo tipo de detalles. Y no se sorprendió para nada, ni me miró raro, supongo que había suficiente confianza después de aquella noche.

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