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Conforme Alex me ponía al tanto de la realidad a la que se enfrentó mientras yo estuve fuera de circulación (en coma), mi cabeza iba hilando todo con los recuerdos que tenía de mi propia investigación.

Para cuando la historia terminó, el enojo que había sentido por su "abandono" también lo hizo. Especialmente luego de que confesara que no se había rendido ante mi "amnesia", sino que trazó un plan con sus amigos. Cada que alguno podía darse un respiro, venían a San Francisco e intentaban acercarse, esperando que alguno pudiera despertar mis recuerdos dormidos.

Era consciente del encuentro con Blake y Melanie, pero no con el resto. ¿Sería posible que hubiera habido más acercamientos sin que yo lo notara? Un vendedor, una enfermera, algún comensal, etc.

Se enteró por Dasha que al fin lo había recordado, pero por desgracia (en serio desgracia), su hermano acababa de ser asesinado por los Zhai Di, así que tuvo que continuar prestando sus servicios por un buen rato.

— ¿Qué hay de lo que pasó en ... nuestros sueños? — pregunté.

Alex sonrió, se acercó un poco más y luego de acomodar un mechón suelto tras mi oreja, dijo:

— No tengo una respuesta a ciencia cierta, pero tengo una teoría. Cuando yo dormía nos encontrábamos y de alguna forma tenía cierto control sobre lo que ocurría. Pero cuando estaba despierto tu imaginación volaba libre.

— Así que lo que pasó, ¿fue mi culpa? ¿Lo de Pepe grillo, el secuestro, todo eso?

— No diría que es tu culpa, pero ... tú lo inventaste o eso creo. Traté de explicarte o contarte sobre mi vida, no todo, pero sí lo suficiente para que pudieras entenderlo todo. Mencioné a los asiáticos y tú absorbiste la información.

Recordé el sueño en el que Alex al fin me lo contaba, cuando sacó los mapas del país y luego lo pensaba mejor y se quedaba sólo con el de San Francisco. Con la historia anterior, sabía que California le pertenecía por completo a su familia. Es decir, ninguno de los asiáticos tenía control alguno y Alex había sembrado solo una semilla que de alguna forma simplificaba la explicación. Y me alegraba, ¿se imaginan que mi cerebro hubiera tenido que crear un montón de escenarios en Estados donde ni siquiera he estado?

— Por eso me dijiste que se habían rendido ¿verdad? Para que dejara de invitarlos a participar en los sueños.

— Sí, no sabía si funcionaría, pero sí.

— ¿Y crees que sea por eso por lo que nunca aparecieron mis padres?

— ¿A qué te refieres?

— Si cuando tú dormías lo controlabas, eso explicaría porque nunca fueron a verme al hospital o por mi graduación o nada de eso. Al no conocerlos, no podías ponerlos ahí ¿tiene sentido?

— Es posible — sonrió.

Sentí un cosquilleo en mi interior cuando lo hizo, de verdad podría matar por ver esa sonrisa. Por un instante, me permití poner en pausa el resto de los problemas, especialmente el de mi relación con Kyle.

Alex estaba tan cerca, que prácticamente podía oler la menta de su aliento. Lo que trajo a mi mente varios recuerdos que nada tenían que ver con la guerra ni los asiáticos, sino con él y conmigo. Solo nosotros, sin ropa y ... Aprovechándome de letargo que tenían mis demonios internos, acorté la distancia entre nosotros y lo besé sin preguntar, ni a él ni a mí.

Mis labios apenas habían rozados los suyos, cuando sus dedos ya empezaban a enredarse en el cabello de mi nuca. Mis manos se aferraron al cuello de su camisa, atrayéndolo más hacia mi boca. Nuestras lenguas se encontraron a mitad de camino, reconociéndose o ¿presentándose?

Amargas PesadillasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora