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Llegué al edificio de Kyle sin ningún inconveniente, saludé a Joe, el portero, quien me confirmó que mi amigo se encontraba arriba; por desgracia no pudo decirme si estaba o no acompañado. Aún tenía presente la amenaza que me hizo Mizuki el último día que nos cruzamos en el hospital y, por si fuera poco, desconocía la postura de Kyle respecto a lo que su novia planeaba hacer conmigo, tendría que confiar en él.

Me acerqué hasta la puerta y la toqué dos veces, no obtuve respuesta alguna.

— ¿Kyle? Soy Sophie, sé que estás adentro, tenemos que hablar.

Nada... caminé a la maceta que se encontraba en la esquina y busqué la llave de repuesto que mi amigo siempre ocultaba ahí, tuve que escarbar un poco, pero al fin la hallé. Fui de vuelta a la entrada, pero antes de poder introducirla en la cerradura, alguien colocó el cañón de un arma en mi espalda.

— Te dije que si te volvía a ver te asesinaría.

— En realidad dijiste que me harías lo mismo que Alex a Kyle — giré para verla — pero como ya mencioné antes él es inocente.

— Sí, claro — quitó el seguro del arma.

— ¿Kyle? ¿En serio dejarás que tu novia me mate?

Por suerte la puerta se abrió justo a tiempo para salvarme, la mujer bajó el arma y me empujó hacia adentro.

— ¿Qué quieres Sophie?

— He estado pensando mucho en lo que ha sucedido este año y vine a corregir las cosas.

— ¿Ah sí? — preguntó Kyle — ¿Y qué te hizo cambiar de opinión?

— Tú, eres mi mejor amigo y no quiero perderte.

— Creo que es tarde para eso, Zuki — le hizo una seña.

— Creí que nunca me lo pedirías — apuntó nuevamente su arma hacia mí.

— ¿Qué haces? ¡No! ábrele la puerta y deja que se vaya.

— Espera — intervine —, sé que es difícil que me creas, pero es la verdad.

— Pruébalo — ordenó Mizuki.

— Tienes un chip implantado, Alex y sus amigos conocen tu posición exacta y saben dónde has estado.

— ¿Cómo sabes eso? ¿Él te lo dijo?

— Debió ser en el hospital — Mizuki habló antes de que pudiera responder — te dije que habían sido ellos.

— No, no fueron ellos, al menos no quienes te hirieron, pero sí aprovecharon el incidente para colocar el rastreador y no, no me lo dijo, pero lo escuché.

Mizuki fue a una de las habitaciones y comenzó a hablar por teléfono en otro idioma, tal vez con su aliado a quien, por cierto, no había visto aquí, o quizá con algún contacto que pudiera retirar el implante de mi amigo.

— ¿Por qué me dices esto? ¿Qué clase de juego es? ¿Acaso tu novio te envío para espiarme?

— No, él no sabe que estoy aquí, en realidad — lo miré a los ojos — lo dejé.

— No te creo — soltó una carcajada —, no lo harías, y ¿sabes qué? no te creo nada, sé que tramas algo.

— Sólo quiero salvarte.

— Sí claro, ¿de Zuki otra vez? Ya pasamos por eso.

— No, de algo peor. Eres mi mejor amigo y no hay nada que no haría por ti, aunque eso signifique ...

Amargas PesadillasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora