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Fue un camino agitado, al principio al menos, cuando mi cuerpo rebotaba contra los hombros de aquel sujeto gigantón. Me dejó suspendida en el aire mientras alguien más me ataba de pies y manos, más para que me estuviera quieta que porque en realidad resultara ser una amenaza. Y luego me treparon al auto, justo en medio.

A mi lado sentí dos cuerpos más, pero no estaba segura de que fueran Kyle o Mizuki. Ninguno dijo una palabra, así que fui la encargada de hablar todo el camino. Maldiciéndolos e insultándolos hasta que el repertorio se me agotó y la garganta me dolió. Acabé por rendirme y abstraerme en mis propios pensamientos, rogaba que Dasha pudiera salir ... bueno, sana y salva obviamente no.

Quise creer que habría podido contactarse con su hermano y que él acudiría rápidamente a su rescate. O quizá alguno de mis vecinos chismosos se hubiera asomado a ver. La señora Johnson del 7B tenía pinta de entrometerse en todo.

Tras varios minutos, o tal vez una hora. El auto finalmente se detuvo, primero bajaron mis acompañantes y luego alguien me jaló de los brazos para acercarme a la puerta. No importó que me retorciera como caracol con sal, me cargaron con mucha facilidad y volví a quedar apoyada en esos hombros fuertes.

Fui depositada sin mucha sutileza en algo suave, finalmente me quitaron la bolsa y pude ver al sujeto que me llevó en brazos, era de verdad enorme, debía pasar los dos metros, robusto, calvo y con el mismo tatuaje que Mizuki. La loca y Kyle se sentaron justo frente a mí en un par de sillas.

Me percaté que no éramos los únicos en la habitación, otros seis hombres más se encontraban con nosotros; pasaron un par de minutos antes de que Mizuki les hiciera una señal para que se retiraran.

Rehuí la mirada suplicante de Kyle, ¿era un lo siento?

— Esto es lo que haremos — dijo — voy a soltarte ¿de acuerdo? Luego escucharás la historia y podrás irte.

— Pierdes el tiempo — mascullé con una furia latente.

— Si te preocupa tu amiga, tiene la otra mano para pedir ayuda.

— Bruja.

Pensé en otras groserías, pero me fue imposible pronunciarlas. Ridículo ¿verdad? Al menos los buenos modales aún los conservaba.

— Sophie — me reprendió Kyle — acabas de ser testigo de que Zuki no es la mala que Alex te ha hecho creer.

— Sí, claro — dije con sarcasmo — ¿Por qué atarla cuando puedes volarle la mano en pedazos?

— No se la volé.

— Cuéntame tu maldita versión y déjame ir.

Mi amigo miró a Mizuki, susurró algo en otro idioma. Maldije a Kyle por su gran dominio de idiomas extranjeros que hasta ese momento nunca creí importante. Acto seguido la japonesa se inclinó un poco y comenzó con el sermón.

El principio de la historia fue exactamente igual a la que Alex me contó, hasta llegar a la parte donde aparecían los abuelos de Dom.

— Como seguramente sabrás, los Kugler representaron el papel de intermediarios durante distintas generaciones; los abuelos de todos nosotros llegaron a un acuerdo en la repartición del territorio y la paz reinó en todas las familias después de haber estado en guerra durante años. Sin embargo, la ambición es una característica que poseen todos los líderes de las familias, incluyendo a la mía y la de tu amado. Los europeos no conformes con el primer trato se unieron en una votación para modificarlo, alegando su expertis en algunos negocios y necesidades para otros.

Prometieron que, si se realizaba una reasignación de territorios, compartirían las ganancias obtenidas en los que serían "los anteriores dominios de los asiáticos", pero la verdad es que querían lo mejor sólo para ellos. Esa primera votación marcó un precedente para las siguientes juntas e insistieron muchas veces en los mismo.

Amargas PesadillasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora