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Al día siguiente Alex me fue a dejar a mi casa al medio día. Mientras él iba a una reunión con su padre y hermano mayor, yo empacaría nuevamente, esta vez debía preparar maletas con mudas de ropa para un mes; al día siguiente mi amado partiría en su misión con los rusos y Melanie sería mi niñera asignada.

Sugerí que nos quedáramos en mi casa ya que el cuarto de Kim estaba temporalmente disponible, pero Alex insistió en que nos fuéramos a su apartamento en Nob Hill. Si bien Melanie podía cuidar de ambas sin importar donde durmiéramos, Alex prefería no arriesgarnos toda vez que ya había sido localizada en mi apartamento dos veces por Mizuki y Kyle.

Cuando llegué a mi piso me sorprendió ver a una mujer haciendo el aseo, pregunté por Eugene, pero negó conocerlo. Contaba con tiempo de sobra para empacar, así que busqué al administrador para satisfacer mi curiosidad. ¡Sorpresa! mi amigo conserje había sido despedido por sus antecedentes.

Mientras hacía mis maletas, no podía dejar de pensar en Eugene; en todo el tiempo que había trabajado aquí su pasado no parecía representar ningún problema.

Alex y Amy vinieron de golpe a mi mente. Recordaba que aquella mentirosa mencionó que Alex la vigilaba e investigaba a las personas de las que se rodeaba, ¿sería capaz de hacer lo mismo conmigo? Seguramente.

Era la única explicación que hallaba, así como mandó a investigar sobre Nick lo hizo con Eugene, probablemente hasta con mis vecinos. La diferencia era que Eugene sí tenía una mancha en su historial.

Pobre hombre, no pude evitar sentir lastima por él, creía firmemente en las segundas oportunidades y él se había ganado hasta mi cariño, me defendió incluso de Feng.

Pensé en mencionárselo a Alex, seguramente cambiaría de opinión y hasta podría ayudarle a recuperar su empleo o incluso conseguirle uno mejor.

Las horas pasaron y no tenía noticias de mi novio, entrada la noche finalmente recibí un mensaje suyo diciéndome que ya iría a recogerme. Tomé mis maletas y bajé para esperarlo en la puerta, así ganaríamos un poco de tiempo para invertirlo en una actividad más entretenida y despedirnos como se debe.

Diez minutos más tarde un auto de la época de mis abuelos se estacionó frente a mí. Me sorprendí cuando vi Eugene, descendió junto con otro hombre.

Lo saludé agitando la mano, esperaba poder indagar un poco más en su despido antes de hablar con Alex y echarle la culpa de algo que quizá no había hecho.

Ambos hombres caminaban con prisa hacia mi dirección, mi sonrisa se desvaneció cuando noté sus puños apretados y sus ojos furiosos.

— Eug ...

— Maldita niña — me abofeteó con fuerza silenciando mis palabras — por tu culpa perdí mi trabajo.

— ¿De qué hablas? — pregunté asustada.

— Cálmate amigo, no la vayas a lastimar — dijo el otro hombre — si es quien dices, vale más entera.

— Tú y tu maldito novio ricachón, ¿creen que pueden hacer lo que quieran?

Me tomó de un brazo con una mano, arrastrándome hacia el auto. Con la otra abrió la puerta trasera.

— ¡No sé de qué hablas! — forcejé para tratar de soltarme de su agarre.

Me aventó al interior del auto.

— Veamos si vales tanto para él como para que pague tu rescate.

El miedo se apoderó de mí en ese instante, ¿cómo era posible que ese gentil caballero se había vuelto un secuestrador?

Amargas PesadillasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora