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Cuando mis ojos se abrieron tuve que parpadear varias veces antes de enfocar; estaba sentada en una silla con las manos atadas a la espalda, la cara me punzaba, miré a los dos asiáticos tenían una sonrisa de oreja a oreja parados justo frente a mí.

— ¿Qué demonios pasa con ustedes? — pregunté — creí que teníamos un trato.

Antes de que pudieran responderme mi celular sonó, Feng lo sacó de mi bolsa, presionó el botón del altavoz y lo extendió hacia mí.

— ¿Sophie?

— ¿Kim? ¿Estás bien?

— Ammm sí, Kyle está aquí con un hombre y ... — guardó silencio — tiene un arma.

— Kim, calma, todo va a salir bien. ¿Kyle? Kyle contéstame, no te atrevas a lastimarla ...

Sonó un disparo, mis ojos se llenaron de lágrimas al instante.

— Está hecho — dijo Kyle justo antes de colgar.

Feng aventó el teléfono a la cama, tomó asiento para que Mizuki se pudiera acercar hasta mí, me tomó del cabello y tiro hacia atrás, de modo que tenía que verla a los ojos.

— ¿En serio creíste que no sabríamos lo que tramabas?

— ¿De qué hablas? Lo único que he hecho es ayudarlos.

— Sí, claro — sonrió — Kyle me contó todo desde el primer día que nos separamos, te seguimos el juego para ver que tan lejos estabas dispuesta a llegar y felicidades, fue lejos.

— No sé de que hablas — apenas podía hablar.

— Mátala — Mizuki le extendió un arma a Feng.

— No, aún no, tal vez necesitemos un seguro y ella será útil.

— No necesitamos un seguro, está hecho — dijo Mizuki cada vez más molesta.

— ¿Qué está hecho?

— Sabemos de tu amigo en el FBI — respondió Feng — también que hiciste un trato para entregarnos, vaya que tienes coraje. Dime algo ¿nos cambiaste por tu novio?

— No. Pensaba entregar a Alex, a ustedes, a todos. Estoy harta de todo esto, que crean que pueden estar sobre la ley.

— ¡Deja de mentir! — gritó Mizuki — sé de buena fuente que tu amado o ex amado, como sea, está en Houston, porque lo que omitiste en tu historia es que no era uno, sino dos cargamentos los que esperaban. Por suerte para ti el que robaremos hoy es real. Y el que Alex espera bueno, justo ahí es donde Kyle está enviando a tu amigo del FBI con el teléfono que le dejaste a la chica.

— No tenía idea de lo de Houston — miré a Feng.

— Bueno, ahora lo sabes — sonrió.

Pese a la insistencia de Mizuki por asesinarme en ese momento, Feng la convenció de que les podía ser útil, quizá no hoy, pero ya había probado que conocía bastante sobre los europeos, si lograban que Yakov dejara de perseguirlos, planeaban sacarme por la fuerza toda la información que poseyera sobre ellos.

Cuando Mizuki salió de la habitación para buscar algo de comer, Feng se quedó para vigilarme, aunque seamos honestos, no podría fugarme aunque lo intentara.

— Admiro tus agallas — dijo — también siento pena por Alexander, porque mientras él te estuvo buscando para rescatarte, tú pensabas en traicionarlo.

— Yo siento pena por ti.

— ¿Ah sí?

— Sí, fuiste manipulado para participar en una guerra y te quedaste solo.

Amargas PesadillasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora