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A la mañana siguiente, Melanie llegó justo cuando Alex se marchaba a cumplir con el favor que le habían encomendado. Y aunque me hubiera encantado que ella lo cubriera en la misión en lugar de "cuidarme", tampoco me molestó. Después de todo Melanie y yo habíamos sido algo así como amigas en los sueños y estos días tendría la oportunidad para que se volviera real.

Luego de desayunar recibí un mensaje de Nick, diciéndome que Kyle finalmente había despertado; la operación había sido un éxito y se encontraba en la habitación 802.

Tenía que verlo y explicarle al menos que Alex no fue quien lo atacó y con algo de suerte salvar nuestra amistad, aunque eso significara aceptar el hecho que estaba con Mizuki y que no podría convencerlo de cambiar de bando.

Tardé menos de lo esperado en convencer a Melanie para ir a verlo, ni siquiera tuve que ponerme en plan niña mimada y tirarme al suelo, ni amenazar con escaparme en cuanto se distrajera. Ella entendía la prioridad que le daba a mi amistad. Su única condición fue que si las cosas se ponían raras o si Mizuki aparecía nos iríamos de inmediato para evitar una confrontación.

Una vez en el hospital, mientras Mel iba a revisar unas cosas con Dimitri, yo subí a buscar a Kyle. Rogué a quien sea que escuchara allá arriba para que lo encontrara solo y pudiéramos hablar. Con cautela me asomé para ver si mis plegarias habían sido escuchadas, afortunadamente así fue.

Mi amigo estaba acostado viendo las noticias, apenas se percató de mi presencia, frunció el ceño.

— ¿Qué haces aquí?

— Quería verte — entré y me senté a su lado —. ¿Cómo estás?

— Vivo si a eso te refieres, no gracias a tu novio.

— Alex no fue.

— ¿Ah no? ¿Quién más trataría de matarme? Y si piensas decir que es un plan de Zuki para controlarme mejor vete.

— Kyle no vine a pelear — dije al tiempo que tragaba mis argumentos de defensa — y no, no creo que tu novia fuera, en serio le importas.

— ¿Qué quieres Sophie?

— A mi mejor amigo, el que dijo que nosotros éramos punto y aparte ¿sabes dónde quedó?

— En una sala de cirugía — murmuró.

— Te escuché y aunque no me creas, sé que no fue Alex quien te disparó.

— ¿Cómo estás tan segura?

— Porque me lo prometió, eres mi mejor amigo y sabe que si te lastima nunca se lo perdonaría.

— ¿Puedes decir lo mismo de sus amigos?

— Sí y creo que tú pensarías lo mismo si las cosas fueran al revés; creo que no le perdonarías a Mizuki que me hiciera nada y por ende ella no permitiría que Feng me hiriera ¿cierto?

— Buen punto — una sonrisa se asomó en su boca — ¿seguirás con él entonces?

— Sí y tú con Mizuki, supongo.

— Sí, así que no sé si podamos ser amigos.

— ¿Por qué? Dijiste que ...

— Sé lo que dije, pero eso fue mucho antes de ver de lo que es capaz tu novio y peor aún que tú lo apruebes y apoyes.

— Alex no es un santo, lo sé, pero tu novia tampoco. Los dos bandos se han hecho mucho daño mutuamente.

— ¡Vaya al menos lo admites! — exclamó con sarcasmo

Amargas PesadillasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora