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Cuando recuperé la conciencia sentí un gran malestar, mareos, náuseas y dolor de cabeza; estaba atada nuevamente en una especie de almacén, a pesar de que estaba oscuro me percaté que había otra persona en la misma situación que yo a unos cuantos metros, pero con la cabeza cubierta por una bolsa de tela.

Me estremecí al pensar que mi acompañante podría ser Alex, eso explicaría porque no contestó antes a mis llamadas. El sonido de una puerta al abrirse llamó mi atención, escuché pasos que caminaban hacia mí, levanté la mirada para verlo.

— Despertaste — sonrió.

— Nick, ¿qué demonios está pasando? ¿por qué me trajiste aquí?

— Siento que hayamos tenido que llegar a esto mi querida Sophie, pero ya que dejaste bien claro que no me ayudarás de ninguna manera para acabar con Alexander, me vi en la penosa necesidad de forzarte a hacerlo.

— ¿Sabes? hasta antes de que dijeras eso me sentía la persona más estúpida del planeta por creer que me ayudarías a encontrar a Mizuki, pero ahora creo que soy la segunda persona más estúpida porque no hay forma en que me hagas ayudarte.

— Calma, nunca miento Sophie — caminó hasta la otra persona y quitó la bolsa de su cabeza — ¡taran!

Quedé boquiabierta al ver que era Mizuki, quien por cierto aún no recuperaba la conciencia, mi corazón suspiró aliviado al darse cuenta que no era Alex, aún teníamos una oportunidad de ganarle a Nick en este extraño juego.

— ¿Ah no? ¿Nunca mientes? ¿Qué me dices del día que me salvaste en el hospital?

— Gran ejemplo — sonrió mientras caminaba de vuelta a mi lado — incluso ahí te dije que era del FBI, pero lo tomaste como una broma.

— Pero dijiste que fuiste la decepción cuando quisiste ser médico.

— También es cierto, mi familia siempre se ha dedicado a salvaguardar la ley, yo tenía interés por la medicina pero tras el homicidio de mi padre, supe que este era mi destino.

— ¿Qué? ¿De qué rayos estás hablando? ¿Acaso tienes una tercera identidad? ¿El doctor Nick, el agente Dylan y el homicida Jack?

— Yo no diría el homicida, me considero más como la voz de la conciencia, creo que tú le dices Pepe Grillo.

No esperaba esa respuesta, cualquier cosa que mi cabeza planeara decirle desapareció, ¿cómo demonios sabía Nick sobre Pepe Grillo?

— ¿Cómo? — fue la única palabra que logré articular.

— Durante el tiempo que estuviste en el hospital tras despertar del coma, hablabas dormida, honestamente lo único que alcancé a hilar es que era un personaje que te advertía de lo peligroso que es Alex y eso bastó.

— Pero ...

— Bien, ya que tú tuviste la cortesía de ir a mi casa para darme un sinfín de explicaciones sobre cómo me descubriste, supongo que mereces que te devuelva el favor.

— Fui yo quien te dejó el sobre en tu habitación, honestamente creí que lo encontrarías antes, pero ya que no tenía la certeza de cuando sucedería, coloqué un sensor de movimiento, de ese modo, supe cuando lo hallaste y detoné el primer correo electrónico con el que esperaba cumplir la misión de Pepe Grillo y demostrarte de quién estabas enamorada.

Pero en vista de que fallé con ese primer intento, busqué a un tercero que reforzara la historia. Mmm... me parece que no la conociste en persona, pero ¿te resulta el familiar el nombre de Amy Redfield? jajaja, no pongas esa cara... verás, conocí a Amy cuando era una aspirante a actriz que estudiaba en Julliard, tenía talento, no lo niego, aunque en definitiva está loca, buscaba amor desesperadamente; la aprobación masculina, quizá tenga que ver con problemas paternos, pero en fin, lo bueno de Amy es que cuando se enamora hace lo que sea.

Amargas PesadillasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora