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La tarde del día siguiente, Alex recibió una invitación para ver una película en la residencia donde estaban los especialistas, es decir, una reunión. Picada por la curiosidad sobre de qué podía tratar para que no pudieran comentarlo por teléfono le pedí que me llevara con él. Y por supuesto que aceptó.

Toda la mañana habíamos conversado como personas civilizadas sobre lo que había hecho con Kyle, se disculpó y lo perdoné sin darle más vueltas. Yo lo puse al tanto de la plática con Nick, cosa que lo hizo reír un montón, era obvio que no lo consideraba para nada una amenaza.

Ambos habíamos acordado esforzarnos para trabajar como el equipo que éramos y aunque al principio puso algo de resistencia, terminó por aceptar.

Normalmente a las parejas les toma tiempo confiar en el otro y abrirse al 100%, eso incluye compartir sus más oscuros secretos. Nosotros nos habíamos saltado todo eso, o al menos tomado un atajo. Llevábamos poco tiempo juntos (despiertos), pero el tiempo que pasamos en sueños claro que contaba. Obviamente más para mí que para Alex, porque obviamente él era team hemisferio izquierdo. Sin embargo, tuvo que ceder luego de que cayera en cuenta (con un poco de ayuda) que el hecho de que me hubiera ido con él apenas apareció significaba algo.

A llegar a la residencia, Mel y Dom nos esperaban con un six de cervezas y una pizza, no quise probar bocado, pero acepté con gusto la bebida. Ambos lucían un tanto alarmados, quizá eran noticias de los asiáticos, después de un par de bocados de pizza, comenzaron a hablar.

— Armand al fin ha podido ponerse en contacto con Samuil.

Tuve que abrir mis archiveros mentales para que aquellas palabras de Dom tuvieran sentido. Cuando Mel me habló sobre las historias familiares lo había mencionado.

Samuil era el suegro de Armand, uno de los hombres más buscados por las autoridades internacionales y también de los más temidos.

Comenzó su fortuna estafando a judíos de Ucrania y Rusia que emigraban a Israel y al poco tiempo ya operaba una red criminal a escala mundial, cubriendo desde la prostitución hasta el tráfico de armas y drogas, a través de una compleja red de empresas internacionales; poseía el don de "no estar en el lugar equivocado en el momento equivocando", burlaba a todas las autoridades.

Había enviado a su primogénita Nadine a América junto con su esposo Armand Zhukovsk debido a que los padres de él ya los esperaban con un próspero negocio vendiendo armas ilegalmente.

— Tardó más de lo que creí — dijo Alex —, pensé que tras la muerte de Sergery, buscaría apoyo en su suegro.

— Lo hizo, pero no fue hasta hoy en la mañana que lo consiguió.

— ¿Y? — nuevamente Alex.

— Enviará a Yakov Kozlov para encargarse del asunto.

Apenas pronunció el nombre pude percatarme cómo el cuerpo de Alex se tensó; en realidad a los tres amigos se les notaba una angustia que su mirada fría habitual no podía disfrazar.

— ¿Quién es él? — pregunté curiosa.

Como las historias de Melanie no lo habían incluido, tuvieron que hacer una pausa para que explicarme y que pudiera comprender la gravedad de la situación.

Yakov Kozlov, mejor conocido en el mundo criminal como "El Moro", quien en la mitología griega era la personificación masculina del destino, la suerte y la condenación inminente, hacía honor a su apodo.

Aquella persona cuyo nombre fuera escrito en su lista estaba destinada a morir de la peor forma posible. Al igual que su jefe, se encontraba en la lista de los hombres más peligrosos y buscados del mundo. Samuil lo conoció cuando sus padres fallecieron en un enfrentamiento entre bandas criminales, en ese entonces Yakov tenía cinco años.

Amargas PesadillasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora