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En cuanto llegué a mi casa traté de contactarme con Dasha, pero fue Sergery quien respondió mi llamada, me pidió que lo esperara abajo y que pasaría por mí. Tardó más de media hora en hacerlo, en el trayecto hacia dónde sea que me llevaba apenas intercambiamos palabras; me sentía terriblemente mal y muy apenada al ser la causante de que Dasha estuviera herida y él por su parte, era más que obvio que estaba molesto y me culpaba con justa razón.

Llegamos a los suburbios de University Mound; se estacionó frente a una casa similar a las del resto, nada extraordinario, supuse que era de los rusos. Más tarde los hermanos Zhukovsk me explicarían, que a diferencia de mis sueños en que cada una de las familias poseía una casa en San Francisco, en la vida real era diferentes.

Las propiedades de todos ellos se encontraban en los Estados que controlaba cada familia (al menos tres en cada uno), estratégicamente en puntos clave.

Sin embargo, la familia anfitriona, por llamarlos de algún modo, ponía a disposición del resto de los europeos casas o complejos habitacionales, para su uso en caso de ser necesario.

En cambio, cuando alguno de sus padres viajaba, me explicaron que los líderes no hacían uso de estas residencias salvo que fuera extremadamente necesario y que se quedaban en un hotel cinco estrellas como cualquier otro empresario, ya que los Dones, rara vez participaban en las misiones, y mantenían las apariencias ante el resto del mundo.

En esta ocasión Sergery me llevó a la residencia que la familia de Alex dispuso para ellos, tenía cinco habitaciones, pero a diferencia del apartamento de Alex o la casa de sus padres, no tenía muebles lujosos, únicamente lo indispensable, ya que las estancias no solían ser muy prolongadas y lo último que un especialista necesitaba era llamar la atención de los vecinos.

Cuando entramos, una enfermera estaba terminando de revisar los vendajes de Dasha a quien encontramos sentada en la sala, sonrió al verme, la tensión desapareció incluso entre Sergery y yo. Definitivamente esta Dasha me caía mucho mejor que aquella con la que soñé alguna vez.

— Gracias a Dios que estás bien — suspiré aliviada.

— ¿Ella? — interrumpió su hermano — ¡Tú! si te pasaba algo Alex nos habría matado.

Me explicaron que se habían quedado en la ciudad como favor personal a Alex; por si algo ocurría durante su ausencia. Si bien Dasha no fue herida de muerte, su mano derecha quedó incapacitada con los nervios destrozados, al menos Dimitri había logrado salvarla.

Lamentablemente no podría volver a usar un arma con dicha mano. Sin embargo, con el tiempo y la ayuda de Venkan, el jefe de seguridad de su familia, podría aprender las mismas habilidades con la mano izquierda.

Pasé lo que quedaba de la tarde con ellos, ofreciéndome como asistente particular de Dasha y una vez que empezó a oscurecer acepté su invitación a quedarme a dormir para evitar que Mizuki tratara de acercarse nuevamente a mí.

Mientras veíamos una película, Sergery le puso pausa y nos miró a ambas, dejando al final sus ojos posados sobre mí.

— Hay algo que no entiendo, ¿por qué te llevaron a ciegas si te iban a liberar en el sitio?

— No lo sé, un descuido quizá — sugerí — o se hartaron de que no quisiera ponerme de su lado y como "castigo" me dejaron a mi suerte.

— Menos mal que no te hicieron nada malo, después de lo que esa estúpida me hizo, informé a Jerome e inmediatamente se puso a buscarte, pero antes de lo logrará apareciste de nuevo.

— Raro en él — bromeó Sergery — por lo general encuentra rápidamente a quien sea en San Francisco.

— Pues entonces por eso no me encontró.

Amargas PesadillasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora