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Conforme el sol avanzaba hacia el oeste, les conté sobre lo que Kyle me había dicho en el restaurante; cómo había conocido a su maldita novia; los ataques que presenció y su lealtad hacia los asiáticos.

Por un minuto pensé en que estaba traicionando a mi amigo, pero mi intención primordial era que ni Alex ni sus amigos fueran a lastimarlo o resultara herido (al menos físicamente). Por fortuna todos llegaron a la misma conclusión que yo, era una víctima de la situación y seguramente había sido embrujado por Mizuki con algún hechizo japonés. Prometieron que no le harían daño y de ser posible ayudarme a que le abriera los ojos antes de que fuera demasiado tarde.

Cuando la noche se instaló por completo, los amigos de Alex se marcharon. Melanie y Dom se ofrecieron a acompañar a Alex en su misión del día siguiente y debían prepararse, mientras que Evan y Blake tomarían un vuelo hacia Misuri para otro trabajo solicitado por su madre.

En cuanto a nosotros dos, alargamos un poco más la espera antes de partir. Ambos sabiendo que había una decisión pendiente pero que ninguno se atrevía a poner sobre la mesa: irme a mi casa o a la de él.

— El pent-house no es la única propiedad que tengo — dijo con un tono de voz casual —, hace un par de años cuando la casa principal de mis padres fue atacada y su ubicación se vio comprometida, compré otro departamento en Nob Hill.

Tragué saliva, estaba sugiriéndome que me fuera con él. Y no es como que no quisiera hacer, después de todo sería mucho más cómodo contar con la privacidad para ... lo que casi ocurre aquí, en la terraza, delante de sus amigos.

Pero el momento había pasado, me habría enfriado (sólo un poco porque era imposible no sentir calor cerca de Alex). Y los recuerdos del hombre de las sombras y mi aversión a ser tocada, habían vuelto a levantarse de sus asientos. Consideré la posibilidad de emborracharme, así es como me había animado a besar a Nick antes. Pero siendo sincera, cuando Alex y yo finalmente pudiéramos cumplir esa promesa suya (la de tantos sueños atrás), quería estar lúcida.

— Si esto es mucho para ti lo entiendo — dijo Alex sacándome de mis pensamientos.

— No es que no quiera, es sólo que después de lo que viví no creo estar lista.

— ¿Lo que viviste? ¿A qué te refieres? ¿Es por Feng? ¿Algo que te conté? ¿Mis amigos dijeron algo indebido?

— No.

— ¿Entonces? — me tomó de la barbilla con delicadeza forzándome a verlo a los ojos — ¿de qué hablas?

— Hace una semana, dos cuando mucho, yo ... — me resultaba difícil hablar sobre eso. El recuerdo no era una sensación agradable.

— ¿Tú? — me animó a continuar, disfrazando la ansiedad y exasperación en su tono de voz y ojos.

— Casi me violaron — murmuré en voz baja.

— ¡¿Qué?! — preguntó dejando salir la furia contenida.

— Bueno no como tal, pero un hombre me atacó en el parque y ...

— ¿Dónde? ¿Qué parque?

— Álamo Square, cerca de la casa de mi abuela, él me tocó y ... — las lágrimas y el dolor de lo vivido se asomaron en mis ojos.

De un salto Alex entró a la casa y bajó por las escaleras, fui tras él, encontramos a su padre y Jeremy charlando en el comedor sobre lo que me parecía ser un ataque que planeaban realizar en Tennessee.

Ninguno pareció prestarme atención, fue como si les diera igual. Pensé que la situación era muy parecida a la presentación ficticia de tiempo atrás en Meadwood.

Amargas PesadillasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora