Samay Meyer—Despierta... —me decía una voz, sacándome de la cómoda oscuridad en la que estaba. —Despierta, Samay. Es hora de ir a la escuela. —abrí los ojos y gruñí al sentir como la luz del sol me encandilaba, haciendo que los vuelva a cerrar inmediatamente. —Ya despiértate, floja. —dice mi madre, mientras me quitaba mis almohadas y me daba almohadazos.
—¿Qué diablos te pasa, madre? Hoy es domingo, día de dormir hasta tarde. —le gruñí, mientras le arrebataba mis almohadas y me volvía a acurrucar en ellas. Ella me las volvió a quitar y dijo.
—¡Samay, hoy es lunes, día de ir a la universidad y será mejor que te levantes porque ya son las 7:30! —exclamó saliendo de la habitación.
—Joder. —suspire. Mire mi reloj y efectivamente era lunes, no domingo y sí, si eran las 7:30.
Mierda y más mierda, iba tarde.
Me pare como resorte de la cama y comencé a cambiarme, no me puse nada de maquillaje ya que no tenía tiempo y rápidamente bajé las escaleras, haciendo que casi tropiece en el último, si no fuera porque papá Nicolas me sostuvo antes de caer.
—Tan distraída como siempre, Samay. —bufo y yo solo sonreí, mientras lo abrazaba y le daba un besito.
—Gracias, papá. —me separé de sus brazos y entré a la cocina, viendo como todos mis padres se encontraban ahí, ya vestidos para ir al trabajo, al igual que mi madre. —Buenos días. —dije, mientras me acercaba a la pantalla del robot para ordenarle que me preparara un té.
—Buenos días. —dijeron todos. El robot rápidamente me sirvió en mi termo el té, lo cerré y me gire a verlos.
—¿No desayunas? —negué, mientras me encaminaba a la salida de la cocina.
—No, se me hace tarde, le pediré a algún robot que me lleve algo de comer o yo iré, no sé, dependiendo de mi estado de ánimo. —grité desde la sala, para que todos me escucharan, mientras tomaba mis llaves y mi mochila. Tomé mi celular, pedí un carro y me encamine hacia la puerta.
—¡Mujer, no se como puedes ser tan deportista y no comer nada! Algún día te nos vas a morir de desnutrición. —sonreí ante el comentario de uno de mis papás.
—¡Adiós! —grite saliendo del departamento, para dirigirme hacia el elevador. Baje y al parecer mi carro ya estaba listo para llevarme a la universidad.
Estaba en mi último año de universidad, donde estoy estudiando Bioquímica y Química, con la finalidad de algún día poder trabajar en la OC, junto con mi madre y padre Lazaro.
Llegue a la escuela, me bajé y caminé hasta mi edificio. En el camino, solo escuchaba como todos hablaban de las pruebas de compatibilidad hechas recientemente. Todas estaban emocionadas por encontrar a sus compatibles, excepto yo.
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5 están bien, pero, ¿15?
RandomSolamente buscaba mi libertad. Quería ser libre. Pero gracias a ese estupida prueba que me obligaron a presentar, los encontre. Volví a ser encarcelada. Y ahora, con el triple de dolor. Era como... una flor marchita. .-.-.- Espero y que la disfrut...