Samay Meyer
Gemí, sintiendo que algo apretaba mi estómago quitándome aire. Me removí sobre la cama, intentando deshacerme de esa ¿almohada? que me impedía respirar. Gire mi cuerpo, sin embargo esa presión continuaba, además identifique un calor enorme en mi espalda y frente a mi.
Gruñi.
¿Por qué no puedo dormir más?
—Demasiadas cobijas. —murmure entre sueños.
Cobijas... ¿desde cuando mi cama tiene cobijas? Y como balde de agua fría, los recuerdos me golpearon. ¿Cómo es que estoy en una cobija y en una cama?
Abrí los ojos inmediatamente, levanté mi torso y me llevé las manos a la cara, sintiendo el sudor. ¿Estaré muerta?
—¿Princesa? —preguntó una voz masculina tras de mí y rápidamente un brazo me rodeó sobre los hombros y otro por la cintura.
—¿Cielo? —habló otra voz. —¿Qué sucede? —hablo preocupada. Mire a mi lado, encontrándome con los ojos grises de Yael.
—Yael. —suspiré aliviada y moví mi rostro al lado contrario, encontrándome ahora con los ojos azules de Anxton. —Anxton. —murmure, inmediatamente me abrazó y yo correspondí, sintiéndome tranquila.
—Ya está todo bien, Samay. No tienes nada que temer. —expreso en mi oído Anxton y Yael sobaba levemente mi espalda.
—¿Qué pasó? No recuerdo mucho. ¿Dónde están mis amigas? —pregunté alejando mi cuerpo del pelirrojo, el otro hombre en la habitación, acomodo un par de mechones de mi cabello y pronunció:
—Fueron atacadas por zombies, llegamos nosotros a rescatarlas, sin embargo te desmayaste. —dijo, muy cerca de mi. Me alejé.
—¿Dónde está Adina y Henar? ¿Les pasó algo? —pregunté preocupada, sin embargo no me respondieron, Anxton me tomó delicadamente por los hombros y me empujo para atrás, acostándome en la cama.
—Preocúpate primero por ti, Princesa. Estás demasiado lastimada, necesitas recuperarte. Así que portate bien y come mucho. —dijo desde lo alto, ya que él y el otro pelirrojo continuaban sentados con una mano apoyada a mi lado. Lo mire dudosa.
—Lamento lo que les hice. —pronuncié avergonzada y ambos hombres se miraron entre sí. Yael se dejó caer a mi lado y se acostó de lado, mirándome. Puso una de sus grandes y pesadas manos en mi estómago y lo sobo.
—No te preocupes, cielo. Lo importante es que volviste con nosotros. No tan sana, pero sin ningún problema. No hay nada que se va a interponer en nuestra relación. —fruncí el ceño.
—Ahorcaste a Henar. —recrimine y Anxton, que se encontraba en la misma posición que Yael, soltó una leve carcajada. El pelirrojo mayor, frunció el ceño.
ESTÁS LEYENDO
5 están bien, pero, ¿15?
RandomSolamente buscaba mi libertad. Quería ser libre. Pero gracias a ese estupida prueba que me obligaron a presentar, los encontre. Volví a ser encarcelada. Y ahora, con el triple de dolor. Era como... una flor marchita. .-.-.- Espero y que la disfrut...