Samay Meyer
Una hora y media antes.
—En serio de que tenemos las mejores técnicas de escape. —pronuncié mirando el boulevard casi solo.
—Todo es culpa de nuestros padres. Jamás creyeron que utilizaríamos más sus enseñanzas en su contra. —bufó Henar.
—¡A mi si me sirvieron! —gruñí.
—Si, pero para vandalizar la escuela. Cuando se suponía que te iban a adelantar años, te negaron el permiso por conducta. —fruncí el ceño.
—No tiene nada que ver. —chille y la pelirosa se rio, mientras que la rubia en los asientos de atrás, se encontraba sumida en sus pensamientos.
Mire de reojo a mi copiloto y ella a mi. Le abrí los ojos exageradamente para que dijera algo.
—Y Adina... —iba a comenzar mi amiga, sin embargo la otra la interrumpió.
—Es en esta calle a la derecha. —dijo secamente e hice lo que indico. Inmediatamente, un gran edificio se irguió sobre mí. Una calle antes, estacione el carro y suspire.
—Escucha, Ad, esto no nos va a funcionar si no nos comunicamos o entendemos.
—Lo siento. —dijo precipitadamente. —Las he puesto en situaciones extremas y ustedes ni siquiera saben de lo que se trata todo esto.
—Adina, amor de mi vida, preciosa de mi corazón. Esto no solo lo hago por ti, lo hago también por mi. Necesito hablar con Rex yo también, así que no te preocupes. –expresó Henar, extendiendole su mano, donde la rubia lo tomó y sonrió confortada.
—Yo si lo hago por ustedes. —bromeé y se rieron. Entramos en un silencio, donde yo miraba la calle sola. —¿Cómo vamos a entrar? —pregunte.
—Con esto. —Adina sacó de su bolsillo una tarjeta blanca. —Abre cualquier puerta del mundo. —explico y la miramos curiosa.
—¿Eso no da avisos hacia los que tienen el control? —sonrió levemente y levantó su teléfono, donde mostraba un mapa.
—Lo pensé, pero después de un poco de amor, logré obtener esto, sin restricciones e informarles. Ya lo comprobé. —dijo y yo la miré asqueada.
—Definitivamente, demasiada información. —dijo en el mismo estado que yo Henar y nuestra otra amiga rodó los ojos.
—Entonces ignoremos lo que acabamos de decir y hay que entrar a partirle el trasero a Rex. —gruñó la de ojos grises.
—¡Vamos a golpear a Rex! —celebró Henar.
—¡Si vamos a ...! —me interrumpí yo solita y fruncí el ceño. —Oigan, no es bueno maltratar a un enfermo. —rodaron los ojos.
—Enfermo va a querer estar con la que le voy a meter. —levante ambas cejas, divertida.
—Entremos, si tanto lo desean.
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5 están bien, pero, ¿15?
RandomSolamente buscaba mi libertad. Quería ser libre. Pero gracias a ese estupida prueba que me obligaron a presentar, los encontre. Volví a ser encarcelada. Y ahora, con el triple de dolor. Era como... una flor marchita. .-.-.- Espero y que la disfrut...