Capítulo 58

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Samay Meyer

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Samay Meyer

—Adina, dime por favor que ya me estoy quedando ciega o que el sueño está afectando mi visión y que esos carros tras nosotras no son los de la OL. —inmediatamente mis dos amigas voltearon como si les acabaran de decir que los que les gustan están pasando...

En ese caso ¿no sería literal? Literalmente los que les gustan están pasando.

Están atrás de nosotras, no pasando.

—Samay, por lo que más quieras en tu vida, metele al pedal. —dijo la rubia a mi lado y yo le hice caso, ¿qué opción tenía? ¿Dejar que mis compatibles que tenían la cara de gorila me atraparan? No gracias, aprecio mi vida.

—¿En qué momento sucedió todo esto? —pregunte, mirando al frente, pero al mismo tiempo, quitándome la peluca, procediendo por la nariz horrenda y los labios. ¿Cómo el policía pudo creerse este mal hecho disfraz?

—¡Cuidado, idiota! —me exclamó Henar cuando me desvíe por distraerme al carril contrario, pero logré a tiempo estabilizar.

—Ya, ya. —dije, calmandome. Mire por el retrovisor y parece que no fui la única, ya que Adina pronunció:

—No es por meterte más presión, pero ya casi nos alcanzan y parece que están haciendo carreritas para ver quién llega primero. —dijo Adina y era verdad. La carretera constaba de cuatro carriles: dos de baja y dos de alta. Los dos que le correspondían a la dirección por la que íbamos, estaban invadidas por dos camionetas que subían la velocidad cada vez que podían, e incluso los detrás de estas, les echaban las luces diciéndole: quítate. E incluso, logre observa como invadieron los otros dos carriles para lograr alcanzarnos.

¡Qué locura!

—Si sigue jodiendo, me voy a poner nerviosa y sabes que cuando me pongo nerviosa empiezo a temblar. —le dije.

—Pero, si no haces lo que te digo, tus compatibles te van a meter esos azotes que se suponían que le iban a dar a los soldados. —se burló Henar y fruncí el ceño.

—¿Qué significa eso? —pregunté sin comprender.

—No puede ser que seas tan inocente. —se burló Adina.

—Uy perdón, doña diablilla. —contraataque rodando los ojos y la rubia a mi lado me fulminó.

—Tonta.

—Idiota.

—Ursula. —fruncí el ceño ante su ofensa.

—Mala conductora.

—Abuelita.

—Pelona. —abrió la boca indignada y se quedó en silencio, supongo que buscando una ofensa.

—Patata.

—¿Patata? ¿Qué es eso? —pregunte burlona e iba a responder, si no fuera porque la pelirosa hablo (grito).

5 están bien, pero, ¿15?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora