Samay Meyer
Terminaba de ponerme el vestido que mi madre me había obligado a ponerme.
Era color negro, me llegaba después de las rodillas, tenía una abertura en la pierna y un escote cuadrado, con los hombros levantados.
Tome los tacones negros de aguja y un poco de joyeria para el cuello, las manos y la muñeca.
Me mire una última vez en el espejo.
Llevaba mi cabello castaño-pelirrojo suelto, con unas leves ondas naturales; llevaba un maquillaje muy natural y me puse gloss para que mis labios resalten más.
Me veía preciosa y casual-formal.
Estaba satisfecha con el resultado.
Mire la hora en mi celular 7:40 p.m.
Ahora que lo pienso, Domani no mencionó nada de la forma en la que me iba a ir, ya que, dijo que era una sorpresa el lugar al que íbamos.
Y justo como si escuchara mis pensamientos, recibí una llamada de él.
Respondí.
—Hola, preciosa.
—Hola, Domani.
Escuche su risa, tras la línea.
—¿Estás lista?
—¿Lista? ¿Para qué? —pregunte haciéndome la tonta.
—¿Cómo qué para qué? —preguntó asustado.
—No lo sé, tu dime. —jugué un poco con él.
—Para nuestra cita, claro.
—¿Cuál cita? —dije, fingiendo voz sorprendida. Se quedó unos segundos en silencio.
—¿Lo olvidaste?
—¿El qué?
—¡La cita, Samay! —se desesperó y yo solo me reí.
—¿En dónde nos vamos a ver, Domani? —deje de bromear y me puse sería.
—¿En dónde estás ahora?
—Mmm, en la sala de mi casa. —respondí y él bufó.
—¿Dónde queda tu casa? Voy por ti.
—No le daré mi dirección a un desconocido.
—Vamos, Samay. ¿Dónde quedan mis modales si no voy por ti? Las primeras impresiones son vitales. —me mordí el labio, mientras lo meditaba un poco.
—Está bien.
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5 están bien, pero, ¿15?
RandomSolamente buscaba mi libertad. Quería ser libre. Pero gracias a ese estupida prueba que me obligaron a presentar, los encontre. Volví a ser encarcelada. Y ahora, con el triple de dolor. Era como... una flor marchita. .-.-.- Espero y que la disfrut...