Capítulo 43

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Bastian Frensbya Ajax

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Bastian Frensbya Ajax

Mire con lástima a Nina. Nadie le estaba prestando atención, solamente Rayan y yo, que éramos los más "empáticos" con ella.

Ella miraba a todos con el ceño cada vez más fruncido. Estaba demasiado enojada

—¡Ya basta! —gritó, tirando todo los papeles, platos y vasos que estaban en el mesón de la cocina, además, en el proceso, llamando la atención de todos.

Gracias a los reflejos de Yael, la computadora de Milos no terminó en el suelo.

—¡Estoy harta! ¡Intento hacer todo para llamar su atención, intento convertirme en la mujer que desean! ¡Pero claro, como no soy la perfecta de Samay Meyer no pueden ni mirarme! —soltó ella con amargura. Todos nos tensamos ante la mención de ese nombre. —Pero, ¿adivinen que? ¡Yo soy su compatible! Samay en este momento se ha de estar revolcando entre gusanos! —la miramos sin entender y ella sonrió. —Si, di la orden de que Samay fuera arrestada. Nadie se puede negar ante una orden de la señora Frensby Ajax.

La cocina se quedó en silencio. 

¿Qué estupidez acababa de hacer esta loca?

De repente, se escuchó un golpe, como si hubieran empujado una silla.

—¿Qué fue lo que hiciste ahora, loca? —Nina dio un paso atrás intimidada por Yael, pero no borró su tétrica sonrisa.

—Les dije que era el final de los Meyer. —nos quedamos en silencio.

Juro que intento empatizar con ella, pero no puedo; es demasiado odiosa como para intentar llevarse bien.

Suspire, relajado.

Risas y burlas resonaron por todo el lugar.

—¿De verdad crees que íbamos a dejar a los Meyer sin protección? Especialmente a Samay. —se burló Domani, para proceder a pararse.

Nina dio otro paso atrás, pero chocó conmigo, salto asustada y el paso que retrocedió, lo volvió a dar, pero para adelante.

—Escucha, Nina. Ninguno de nosotros sabemos cómo mierda una niña como tú fue nuestra compatible. Fue algo inesperadamente malo que nos sucedió. Nadie te quiere. —pronunció duramente el castaño. — Repito: no puedo creer que hayas sido tan estúpida como para creer que íbamos a dejar a los Meyer, especialmente a Samay, sin protección.

—Hemos sido demasiado tolerantes contigo, Nina. Es hora de que te largues. —manifestó Brais. Ella se dio la vuelta y me miró, suplicándome.

—Ayúdame, Bastian. He hecho todo lo que me han pedido. —suplico, temerosa; se aferró a mi brazo.

La mire fríamente.

Ya no tengo que fingir empatía, ni algún sentimiento de amabilidad hacia ella.

5 están bien, pero, ¿15?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora