Samay Meyer
—Gracias por tu ayuda, Darín. —le sonreí a mi amigo. —¿Tienes algo que hacer ahora? Rex y yo vamos a cenar en el nuevo restaurante de sushi, ¿te nos unes?
Le pregunté con una sonrisa amable.
—Claro. Denme cinco minutos, los veo abajo. —sonreí más.
Este chico de verdad que me agradaba.
Bajamos a la recepción, platicando de cosas triviales entre el castaño y yo.
—Siempre he querido un perro German Shepherd. —le comenté a mi amigo y él hizo una mueca.
—¿Sabes que esa raza de perros llega a medir y pesar el doble que tú? —rodé los ojos. —Además de que necesitan muchosss cuidados, los cuales, no creo que tu lo puedas satisfacer. ¡No puedes ni cuidarte a tí misma, menos de ese pobre animal!
—Exageras. Vas a ver que un día de estos voy a tener uno así, va a ser el perrito más feliz y cuidado del mundo, y tu, te vas a tragar tus palabras. —expuse.
—¿De qué hablan? —preguntó desde atrás de nosotros Darín, asustandome.
—Samay quiere adoptar un perro. —me acusó el castaño y el rubio me miró asustado.
—Pobre animal. —fruncí el ceño enojada y Rex soltó una carcajada.
—Te dije.
—Ti diji. —dije enojada. —Que les den a ambos. —solté, para proceder a caminar hacia la salida.
—Samay. —dijeron mis amigos aun riendose, ambos siguiendome. —Ya Samy. No te enojes.
—Ni ti enojis. —arremede en tono infantil.
Bajamos al estacionamiento subterráneo del hospital y nos acercamos al auto de Rex.
—Que buen auto, amigo. ¿Cuántos años tuviste que prostituirte para comprarlo? —preguntó Darín, subiendo a la parte trasera del auto. Rex, que iba subiendo en la parte delantera, lo fulminó.
—Los mismos que tuviste que invertir estudiando. —o sea, ninguno.
—¡Oye! Tengo una carrera en medicina y una especialidad. Claro que tuve que haber estudiado. —ambos lo miramos incrédulo.
— Darín Todos sabemos que te acostabas con tus maestras y que sobornabas a tus profesores. —expuse. Y él solo sonrío.
—Pero me gradué como el mejor de mi clase. —dijo con una sonrisa.
—Mejor en dar orales, será. —bromee y Rex se soltó a reír.
El conductor (o sea Rex), arrancó el auto y salimos rápidamente del estacionamiento.
Subí a la música, donde sonaba "Let Somebody Go" de Selena Gomez y Coldplay. Miré extrañada a Rex.
—Rex, amigo. No estamos en un funeral. —dije. Tome su teléfono, puse la contraseña y busque entre sus canciones.
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5 están bien, pero, ¿15?
RandomSolamente buscaba mi libertad. Quería ser libre. Pero gracias a ese estupida prueba que me obligaron a presentar, los encontre. Volví a ser encarcelada. Y ahora, con el triple de dolor. Era como... una flor marchita. .-.-.- Espero y que la disfrut...