Capítulo 2

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Samay Meyer

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Samay Meyer

Llegué a un restaurante vegetariano y compré una ensalada y una agua, y me fui hasta el parque más cercano a comer.

Iba comiendo, mientras caminaba absorbida por mis pensamientos, así que en un momento que choque con alguien, toda mi ensalada se desparramó sobre ambos.

—Lo siento. —dijimos ambos. Mire hacia arriba, encontrándome con unos ojos verdes.

—Lo siento. —dijo el chico, algo apenado. Yo suspire y le sonreí.

—No te preocupes, también es mi culpa. Iba un poco distraída. —le sonreí amablemente y él sonrió también.

—Dejame compensartela. Déjame comprarte otra ensalada. —sonreí y negué.

—No es necesario, de verdad.

—Insisto.

Suspire, pues me había quedado con un poco (mucha) de hambre. ¿Sería muy confiado de mi parte decirle que sí?

—Está bien. —dije.

—Bien, sígueme entonces. —comenzamos a caminar a sabrá donde. —Soy Domani. —lo miré esperando que me dijera su apellido, pero este nunca llegó.

—Soy Samay. —le sonreí.

—Samay... —repitió mi nombre y me miró interrogante, esperando que dijera mi apellido.

—Oye, oye. Tu no me dijiste tu apellido, así que yo no te lo diré. Además, nos acabamos de conocer, suficiente tengo con estar siguiéndote a sabrá Dios donde. —le dije y solo soltó una carcajada, muy sexi por cierto.

—Okey, okey. Buen punto. Y te estoy llevando a mi auto. —lo mire mal. —¿Qué?

—¿No te han dicho que el utilizar los autos es malo para el medio ambiente? —le pregunté. — ¿No se te hace mejor ir caminando? Al fin y al cabo el restaurante está cerca. —dije.

—¿Cómo sabes a qué restaurante vamos a ir? —pregunto divertido.

—¿No me ibas a reponer mi ensalada? —le pregunté y asintió, sin siquiera mirarme. — Creí que íbamos a ir al restaurante que yo quisiera. —dije.

—No, no. Yo invito y pago, así que yo decido a donde ir. —lo miré algo enojada y cuando vio mi cara se arrepintió de lo que dijo.

—Nadie te pidió que lo pagaras. —oh bueno, creo que si se lo pedí, pero me molestó que haya dicho eso. Como si no tuviera mi propio dinero. —¿Sabes que? ya no quiero nada. Gracias por la invitación pero tengo que rechazarla. —dije, mientras comenzaba a caminar en dirección contraria de él.

—Samay, espera. —tomo mi mano y suspiro. —No tuve que decir eso. —lo mire esperando algo. — ¿Puedo llevarte al menos a la universidad? —¿Y este como sabe que yo voy a la universidad?

5 están bien, pero, ¿15?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora