Capitulo 28

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Samay Meyer

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Samay Meyer

—Coronel Rex. —saludo Bastian, con la mandíbula y las manos apretadas. —Será mejor que nos retiremos y dejemos de quitarle el tiempo a la dama. —sonrío, pero pareció más una mueca.

—Presidente, me quedaré con ella. —habló Rex, seriamente.

—Coronel. —llamó otra voz. Mire al hombre que lo había llamado, el cual, estaba muy tenso y nos miraba más fríamente que de costumbre. Rex se tenso, me soltó de la cintura e hizo una seña militar.

—General Frensby Ajax. —espera, espera. ¿Yael es el Yael del que estaban diciendo ayer que era todo un malévolo?

—¿Tu eres el malvado general Yael? —pregunté confundida. Sus ojos azules se posaron en mí y dejaron de ser tan fríos.

—¿Malvado? —preguntó entre divertido y confundido.

—Sí, ayer Domani, Lucian y Khaled dijeron que maltratabas a todos tus soldados. —dije. Los tres mencionados, fueron fulminados por el pelirrojo y hubo una que otra risa de parte de los Frensby Ajax.

—No crea todo lo que escucha, señorita. No me gustaría que creyera cosas que no son de verdad o cosas que la asusten... de mí. —no alcance a escuchar lo último, ya que lo dijo en un susurro, pero hizo tensar a Rex y que me tomara de la cintura.

La mirada de los quince hombres fue a ese movimiento, algunos se tensaron, otros lo fulminaron u otros, su mirada se endureció más.

Mire como todos querían matar a Rex y el ambiente estaba tan tenso.

Me reí y todos me miraron extrañados.

—¿De qué te ríes, loca? —pregunto Domani.

—Es muy gracioso como todos nos están viendo. Parece que quieren matarnos con la mirada. Bueno, Rexi, tenemos que irnos.

—Coronel Rex, no creo que pueda quedarse. Es requerido en la central. —dijo Yael.

—No he recibido nada, General. —mire como el castaño se resistía ante las órdenes del pelirrojo.

—Prometiste que iríamos al nuevo restaurante de sushi. —le dije a Rex y después mire a Yael. —Me lo había prometido y las promesas no se pueden romper— le dije sonriendo.

—Pero tú ibas a ir conmigo para que te diera el masaje para el pie. —hablo Lucian, con una sonrisa tensa.

—Nunca dije que me iba a ir con ustedes. Ademas, conozco más doctores que estarían dispuestos a atenderme ahora. —mire a Rex— ¿Recuerdas a Darín? —le pregunté con una sonrisa y él asintió. — Dirige el hospital de su familia y ayer hable con él, está dispuesto a atenderme rápidamente.

—¿Darín Huber? —asentí ante la pregunta tan despectiva de Lucian. —¿el chico rubio sin fracción? —asentí de nuevo y él sonrió. — Él fue mi aprendiz. El peor que he tenido, por cierto. No encontrarás a nadie mejor que yo. —dijo con arrogancia y yo fruncí el ceño.

—Pues es mi amigo y me ha tratado mejor que tú. —escupí enojada

—Te gusta mucho juntarte con hombres sin fracción. Eso no está bien visto. —me sorprendí ante el comentario que Emeric de repente soltó. —¿Cómo lo verán tus compatibles eso?

Claramente a estos hombres no les ha quedado muy claro que me cargo un carácter del asco.

—Para mi muy buena suerte, no me importa lo que los demás piensen de mí. Además, ustedes son los que hacen multitud, si no estuviera con ustedes, a nadie le importaría mi vida, ni resaltaría. Así que, los que llaman la atención, son ustedes. Si me tengo que alejar de algún hombre sin compatible y fracción, sería de ustedes.

Apretaron la mandíbula.

Tome la mano de Rex.

—Vámonos, no se nos vaya a contagiar la estupidez. —susurre lo último, pero parece que lo escucharon. Rex soltó una carcajada y ellos solo se nos (me) quedaron viendo fijamente la espalda mientras caminaba a la escalera para el estacionamiento subterráneo.

Suspire cuando ya estábamos abajo.

—Eres mi ídola. —se burló Rex. —En todo el tiempo que llevo conviviendo con ellos, JAMAS, alguien los enfrentó, les dijo que no, ni fue tan directo. Ya necesitaban alguien que los pusiera en su lugar.

—Cierra la boca, Rex. —lo fulmine, estresada.

Tenía que soportar a esos quince dolores de cabeza toda la semana.

Tenía que soportar a esos quince dolores de cabeza toda la semana

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Sin comentarios. JAJAJAJ

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