Capítulo 48

7.4K 737 116
                                    

Samay Meyer

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Samay Meyer

—¿Me das un abrazo? —le pregunté a Lucian e inmediatamente me atrajo a sus brazos, tranquilizándome. Él apoyó su cabeza sobre la mía y comenzó a pasear su mano por mi espalda, intentando calmar mi respiración.

Inhale el olor a perfume masculino de su pecho, calmandome lentamente.

—¿Todo bien? —preguntó una voz diferente a la del castaño. Asentí aun escondida.

Después de unos minutos, cuando me calme, saque mi cabeza de mi escondite y mire a todos.

—¿Ahora que sigue? —todos sonrieron y se miraron entre sí.

—¿Ya nos aceptaste como compatibles? —pregunto Anxton.

Sonreí levemente.

—¿Tengo de otra? —bromeé.

— Hay muchas cosas de las que tenemos que hablar, será mejor que salgamos a comer o a un lugar tranquilo. —dijo Milos. Sonreí.

—Lo más prudente es ir a algún lugar sin tanta gente, porque si te ven con nosotros, todo mundo te va a tener en la mira. —explicó Yael.

—¿Algún problema con eso? —le pregunté. Digamos que su comentario se mal interpreta un poquito.

¿Les da vergüenza que me vean con ellos?

Él sonrió, contrario a la expresión que esperaba.

—No, pero queremos tenerte solo para nosotros más tiempo.

—Awww, me va a dar diabetes de tanta azúcar. —me burlé y ellos se rieron. —¿A dónde iremos?

—¿Te parece al Qarrinton? —sugirió Areu.

Me encogí de hombros.

—Podemos pedirle al chef que prepare algo de comer. —habló Rayan. Asentí y me separé de Lucian, quien simplemente gruño. Le di una palmadita en la mejilla para calmarlo.

Comenzamos a caminar todos hacia la salida.

—¿Por qué es tan grande su obsesión con el Qarrinton? ¿Por qué no un lugar más... normal? —pregunté.

—Nuestros gustos son todo menos normales, tendrás que acostumbrarte. —explicó Bastian, mientras todos entrabamos al elevador que justo se abrió.

Estaba en el centro de todos.

—Además, Cobain es el dueño, así que básicamente es nuestro. —miré sorprendida al rubio que parecía Jack Frost.

—¿De verdad eres dueño del Qarrinton? —asintió. —Con razón es tan exclusivo. Una vez mi hermano quería hacer una fiesta en uno de sus salones, pero no le autorizaron el permiso, porque solo era para gente importante. Sonará arrogante, pero ¡nuestros padres eran los jefes del distrito! ¿Cómo no iban a ser gente importante? —chillé.

5 están bien, pero, ¿15?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora